Ahora que estoy viendo himym por cuarta vez me acuerdo de aquel lunes 31 de Marzo de 2014 en que la serie desató la controversia entre los seguidores sobre si todo acabó como debió haber sido.
¿Todos recordamos el final, no? Tracy McConell fallecida hace seis años, Barney, padre divorciado, Robin, divorciada con cinco perros; Ted, concluyendo con su búsqueda inalcanzable de la Tía Robin. Bueno, a nadie parece haberle gustado del todo. Incluso para algunos el final fue el argumento necesario para decir: me gusta más Friends, nomás por el final de How I Met Your Mother.
Tal vez, un fan pesimista de la serie diría, con toda la razón, que nada más Marshall y Lili son los únicos de la pandilla que tuvieron «el final feliz» que la serie propone durante todas las temporadas: un matrimonio estable, con hijos, un domicilio en los suburbios y un trabajo que les permita jubilarse a tiempo para pasar los años de vejez con sus amigos en un porche jugando, comiendo galletas y recordando viejos tiempo. Eso a pesar de que los vimos durante las diez temporadas siendo los estables, los que por una y otra razón eran los «menos interesantes» por ser los casados en un contexto neoyorkino donde la soltería está burbujeando por todos los rincones.
Ese fan también diría de Ted Mosby que o su necesidad de amor le llevó, sin otro remedio, a la única mujer que había querido toda su vida, y ésta mujer, que es Robin, aceptó después de tantos años a Ted porque ya estaba a un perro más de ser el estereotipo de cincuentona solitaria con un matrimonio fallido; o Ted siempre había estado enamorado de la Tía Robin, y Tracy, tan excepcional, había muerto siendo la segunda mejor para el arquitecto del Golliat National Bank. Cualquier opción está justificada teniendo en cuenta que la historia relatada por Ted sobre como conoció a la madre de sus hijos es básicamente la historia de cómo nunca olvidó a la mujer por quién robó una trompeta francesa azul.
Luego diría de Barney que el karma le alcanzó, después de tanta promiscuidad, con una hija fuera de su matrimonio y con una misión de reconcilio con el universo para que criara la pequeña como padre soltero responsable. Figura que él nunca tuvo cuando era niño.
Entiendo el patatús, para un show que quería hacernos creer a sus espectadores que el amor existe y que sólo basta la fe y la paciencia para poder encontrarlo y que esa fe y esa paciencia valen la pena una vez que llegas al «otro lado» con el «amor de tu vida» (y oigan, yo, especialmente, caí en esa fantasía himymsiana de utópico encuentro con tu alma gemela), How I Met Your Mother rompió todas las ilusiones cuando desenvolvió la historia con un final «realista». No digo que cómo se acabo no deje a uno insatisfecho, puede que sí, pero es que eso es justo lo perfecto del episodio «Last Forever» de la serie, que el amor, cuando se idealiza, es inevitable que uno quede así: insatisfecho, como para algunos fue lo último de How I Met Your Mother.
Digo, al final, la serie que nos funcionaba a muchos como un boost de confianza frente a las relaciones y la vida, terminó siendo una genial lección por medio de sus dosis pesimistas de divorcio, de muerte y de maduración. Porque así fue, los personajes maduraron en amplios sentidos y uno espera que el espectador también lo haya hecho. Ver a los personajes en sus distintas etapas, personajes humanos, pues, que como uno se hartan de todo y como uno toman malas decisiones y como uno buscan la mejor manera de sobrevivir y de vivir al mismo tiempo, fue lo que hizo de HIMYM una serie invaluable y con un final, ajá, Friends: perfecto. (A propósito que la cuestión Friends vs HIMYM todavía no queda clara, prefiero el final de HIMYM por su originalidad, pero, no sé, acá hay un dilema como ese del huevo y de la gallina).
Pero bueno, como todo en esta vida increíble, en gustos se rompen géneros y si HIMYM no te dejó satisfecho o satisfecha, entonces siempre existirá la imaginación para prestarnos otro final. Quizá uno donde Barney y Robin no se divorcian, donde la esposa de Ted no muere y donde Lili y Marshall sí se separan. O uno donde Robin siempre sí puede tener hijos, y se embaraza de Barney y tienen cinco, homólogos a los perros que tenía. Ah, no, mejor, uno donde Barney y Ted compran el McLaren’s y regresa Katy Perry (Oh, honey!) y la contratan de bartender.
O, quién sabe, incluso hasta puede uno fantasear que la serie todavía no termina y que el tiempo no pasa tan rápido como diez temporadas en nueve años que se fueron volando.
¡Feliz Domingo Palomero!
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