De acuerdo con la RAE, la definición de “procrastinar” es: Diferir, aplazar. Yo (y puedo afirmar que muchos más) lo conocemos como “Ay, mañana lo hago”, y lo aplicamos a diario.
Es un clásico aplazar por un momento alguna tarea porque tal vez es la hora de tu siesta, el problema es cuando te das cuenta que llevas cuatro horas de siesta y la tarea postergada de pronto quedó en el olvido.
Eso me está pasando en este momento al escribir esto, si lo estás leyendo, quiere decir que logré vencer, por un round, el procrastinar. O no.
A mi parecer, el internet es nuestro mejor amigo a la hora de optar por postergar alguna tarea. Piénsalo. Quieres empezar a hacer algo y de repente estás checando la hora en tu teléfono, acto seguido, ya estás en Facebook, Twitter e Instagram y…Adiós a tres horas en las que, muy probablemente, pudiste haber terminado ese pendiente y algunos más.
Pero, ¿por qué somos así? Bueno, algunos autores señalan que un 80% de las personas muestran este comportamiento y que hasta un 50% lo hace consistentemente, o sea, siempre actuando de manera similar. ¿Ya te cayó el saco? ¿No? Bueno…
Tal vez algunos nos engañamos diciendo que “trabajamos mejor bajo presión”, cegados bajo ese impulso que nos sugiere que es un excelente momento para ver otro capítulo de la serie. Ojo, procrastinar no quiere decir que elijes hacer algo placentero sobre algo que no quieres hacer, es elegir cualquier otra cosa en lugar de lo que deberías estar haciendo. ¿Ya va entrando el saco?
No vengo aquí a escribirte la receta secreta para la solución de procrastinar, digamos que es un simple “Amiga, date cuenta”. Sin embargo, sí existen algunas razones del por qué actuamos así. Se dice que es el resultado de una dificultad emocional. Puede ser la manera en que las personas enfrentan el miedo y la ansiedad causados por llevar a cabo alguna tarea, esto puede derivarse de ciertas causas: miedo al éxito, miedo al fracaso, o algún tipo de resistencia a la autoridad.
En fin, si te cayó el saco, póntelo, sin miedo. Y trata de ser consciente del tiempo que se te va procrastinando y busca emplearlo de manera que le puedas sacar provecho.
¿Después? No, después el café se enfría. Y la vida se va.