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¿A poco no…? Entre farsa y farsa… pobre país

¿A poco no…? | Juan Ceballos Azpe | @licjuanceballos

¿A poco no es cierto que la farsa política se escenifica una vez más en San Lázaro, con la discusión de la ley de ingresos y el presupuesto de egresos? Su propósito es claro: dar a los ciudadanos la imagen de que allí se trabaja en forma ardua y responsable por el bien de México. Pero nada más alejado de la realidad. Y es que, por mucho que se esmeren en representar bien la mascarada, queda al descubierto que los únicos intereses que están en juego son los del presidente de la República con el contubernio de los partidos políticos y sus dirigentes. No hay otra voz, ningún reclamo o petición que sean tomados en cuenta. Así, el futuro del país queda atado a los caprichos presidenciales y el resultado de ello va en detrimento de la mayoría de los mexicanos. Los legisladores federales, incluyendo a los laguneros, no atendieron los reclamos de sus estados que sufrieron drásticos recortes presupuestales ignorando las protestas de los gobernadores; habrá que ver si, así como los diputados les dieron la espalda a los ciudadanos por quedar bien con el presidente, los electores le dan la espalda a los legisladores que contenderán en las elecciones del año próximo.

La voracidad de la 4T no tiene límite, aunque el dinero no alcance. Presume ser más austera, eficiente, honrada y transparente y de combatir la corrupción, pero los hechos desmienten a las palabras y resultan todo lo contrario. Esto nos recuerda las palabras del Presidente de Estados Unidos, Barak Obama, que dijo hace ya 10 años, a propósito de la derrota legislativa de su partido en las recientes elecciones, pero que se pueden aplicar a nuestro entorno nacional: “No necesitamos políticos que están más interesados en ganar puntos que en resolver problemas, que están ofreciendo los mismos mal concebidos enfoques que nos colocaron en este desorden; lo que se requiere son líderes que estén comprometidos para mover este país hacia adelante”.

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Por desgracia, en México hay una grave ausencia de liderazgo, con un presidente sordo y ciego a la aguda problemática institucional, económica, sanitaria, educativa y de inseguridad que nos agobia. La situación nacional luce muy complicada pues los cambios de fondo para la solución a la crisis política, económica y social, nada más no se dan. En lugar de ir hacia adelante, con acciones y decisiones que promuevan la inversión y el empleo, que combatan la criminalidad, la desigualdad y la pobreza, y que enfrenten con éxito la pandemia y el subdesarrollo educativo, vamos como los cangrejos: para atrás, ante una indefensa Patria que, como pasiva e impotente espectadora, presencia la farsa del Ejecutivo y sus patéticas mañaneras en las que pinta una nación que, para él y sus cada vez menos seguidores y corifeos, va viento en popa, pero para la mayoría de la comunidad se enfila al naufragio, y la farsa del Legislativo, con una vergonzosa mayoría doblegada y sometida a los caprichos, la megalomanía y la oligofrenia presidencial. Así, entre farsa y farsa, lo único que queda por decir es: pobre país. ¿A poco no…? ¡Ánimo!

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