¿A poco no es cierto que una sociedad sin madurez cívica no le puede exigir madurez política a su clase gobernante? Por desgracia, la mayoría de los mexicanos siguen anclados en la adolescencia cívica, en buena medida gracias a nuestro sistema educativo. Carecemos de una formación científica y de una capacidad de análisis crítico. El rumor y la nota escandalosa, aunque sea falsa, pesa más en el sentir de la generalidad, que la información basada en datos duros que permitan llegar a conclusiones válidas.
Cuestión de checar en redes sociales cómo tiene un mayor impacto en las mayorías el chisme que la estadística, la declaración espectacular pero carente de fondo que la investigación a fondo de un hecho noticioso. Esa misma actitud en la que la forma es más importante que el fondo y en la que el insulto y el denuesto pesan más que el argumento y el dato con sustento, se observa por igual en los seguidores y en los detractores de la 4T.
Si alguien muestra pruebas para fundamentar una crítica hacia el gobierno de AMLO, su contra parte le acusa inmediatamente de pertenecer a la mafia del poder o al PRIAN y de ser un fifí conservador y corrupto. Lo mismo pasa con quien analiza algún avance gubernamental con bases sustentadas: los críticos del sistema lo tacharán de chairo, vendido y demás descalificativos.
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Pero esto también se observa en el Congreso de la Unión: cuestión de ver las sesiones de ambas Cámaras en el Canal del Congreso cómo se agreden y se insultan, olvidando que son representantes del pueblo y no del partido al que pertenecen. Todo ello contribuye a polarizar aún más a esta nación nuestra e impide los consensos necesarios para una gobernabilidad efectiva y una convivencia armónica.
Todos los mexicanos que en verdad amamos a nuestra Patria, debemos ser congruentes y contribuir a cambiar el peligroso panorama de la polarización y el divisionismo por el promisorio horizonte del respeto a las diferencias ideológicas y la unidad en la divergencia, lo que sólo se podrá lograr cuando alcancemos la urgente y necesaria madurez cívica y política, hoy tan lejana y ausente. ¿A poco no…?