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¿A poco no…? | Juan Ceballos Azpe | @licjuanceballos

¿A poco ya se te olvidó que este viernes 20 de noviembre se conmemora el 110° aniversario del inicio de la Revolución Mexicana… o lo que queda de ella? Bajo el lema de Democracia y Justicia Social, el PNR -Partido Nacional Revolucionario- primero, después PRM -Partido de la Revolución Mexicana- y posteriormente PRI -Partido Revolucionario Institucional- cobijaron a los hijos de la Revolución, que fueron los beneficiados de la lucha armada con inmensas fortunas derivadas de sus posiciones políticas privilegiadas. El reparto agrario por el que luchó Emiliano Zapata y que hizo realidad Lázaro Cárdenas, quedó pulverizado por las reformas de Carlos Salinas de Gortari al Artículo 27 Constitucional. Los elevados índices de desnutrición, más de la mitad de mexicanos viviendo en la pobreza y la miseria y las injustas condiciones que padecen los indígenas son algunos de los principales argumentos que cuestionan el éxito de aquella lucha que cobró más de un millón de vidas.

La Revolución Mexicana es una entelequia que se circunscribe a conservar ese episodio como un mito, una leyenda heroica que contribuye a fomentar el fervor patrio mediante el desfile del 20 de noviembre y un pretexto ideal para hacer “puente” en la escuela o las dependencias públicas. Sin embargo, dentro de los cambios a los que el pueblo de México podría aspirar, está el de implantar en el sistema educativo, una forma diferente de ver la historia, sin manipulaciones ni maniqueísmos que enseñan la distorsionada y poco realista lucha de buenos contra malos, de héroes contra villanos, al tiempo de desmitificar la visión legendaria y romántica de la gesta revolucionaria, que fue más bien una desgarradora pugna por el poder, en la que todos traicionaron a todos.

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Debemos propugnar por una nueva visión de la historia con personajes de carne y hueso, virtudes y defectos, fortalezas y debilidades, en la que se inculque el verdadero amor a la Patria, y no un patrioterismo ramplón y barato que en nada contribuye a estimular el deseo ni a motivar a la acción por un México mejor. Mediante el conocimiento real de nuestro pasado, podremos valorar más nuestro presente y aspirar a un mejor futuro, tomando consciencia de las decisiones, acciones y fallas de todos los gobiernos –priístas y panistas, incluyendo el actual morenista- para exigir que no se repita la misma historia de corrupción, ineficacia e ineficiencia que imperó en estos 110 años. Debemos convocar a una nueva Revolución Mexicana, en la que las armas sean la decidida y comprometida participación ciudadana mediante el cambio de actitud y mentalidad con el fin de construir unidos un país con desarrollo, progreso y justicia para todos. ¿A poco no…? ¡Ánimo!

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