investigación deuda, influencias y gastos sobre secretaría de inversión público productiva de Miguel RiquelmePortada Reportaje
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¿A poco no has reflexionado en la paja en el ojo ajeno de los políticos que se caracterizan por su ineficiencia y/o corrupción, sin ver la viga en el propio de los ciudadanos que estamos reprobados en educación cívica? Fustigamos a los malos elementos de la clase gobernante sin hacer un examen de conciencia y autocrítica para admitir qué tan responsables o irresponsables hemos sido al dejar hacer y dejar pasar las anomalías, irregularidades y corruptelas del sector público.

O, peor aún, al aplaudir decisiones gubernamentales erróneas, cegados por una dañina idolatría que nos impide ver con claridad cuando el remedio resulta peor que la enfermedad. Ya lo decía el filósofo germánico Federico Nietzsche: El fanatismo es la única fuerza de voluntad de la que son capaces los débiles. Por su parte, John Kenneth Galbraith, economista canadiense, sostenía que Todas las democracias contemporáneas viven bajo el temor permanente a la influencia de los ignorantes.

Y no se refería a la falta de conocimientos teóricos, sino a la incapacidad para atender las demandas sociales legítimas y para escuchar y aceptar las voces objetivas divergentes con argumentos irrefutables e irrebatibles que llaman a luchar contra lo socialmente negativo, pero sin destruir lo positivo que con tanto esfuerzo se ha obtenido. Educación cívica se define como la preparación que faculta para vivir armónicamente con los demás, participando en la gestión de los asuntos públicos y con la capacidad para distinguir entre lo justo y lo injusto, sin filias ni fobias hacia partidos o ideologías, teniendo como objetivo el bien común.

Por desgracia, la polarización social está a la orden del día y una lamentable ausencia de civilidad y civismo que ignora el concepto del profesor inglés Paul Berry, para quien ser un ciudadano pleno significa tener conciencia de que se actúa en y para un mundo compartido con otros y de que nuestras respectivas identidades individuales se relacionan y recrean mutuamente. Cuando todos lo entendamos y lo practiquemos, podremos dejar atrás la fractura social y aspirar a la anhelada unidad nacional para dejar de estar reprobados en educación cívica.

¿A poco no…?

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