Las tristes campañas electorales del estado de Coahuila. Así se puede definir el periodo de 2 meses que tuvieron los candidatos a la gubernatura para convencer al electorado. Propuestas difíciles de cumplir, señalamientos sin denuncias, división entre los opositores, apoyo para el candidato oficial desde la estructura gubernamental. En Coahuila el poder se preserva desde abajo. La fórmula sigue siendo exitosa.
Grises campañas electorales
El próximo miércoles 31 de mayo llegarán a su fin las campañas electorales. Los cuatro candidatos organizarán actos populares para terminar de convencer a la ciudadanía. Manolo Jiménez, por ejemplo, invitó a la cantante Alicia Villarreal para su cierre de campaña en el Auditorio Municipal de Torreón el pasado fin de semana. Ricardo Mejía, por su parte, cerrará con los Chicos de Barrio y Armando Guadiana no ha anunciado si Peso Pluma será su invitado especial.
Las campañas electorales fueron grises. Los candidatos no representan, de ninguna manera, el camino que necesita Coahuila para poder revertir las dinámicas políticas y económicas que inhiben la movilidad social y la construcción de una estado menos desigual y más equitativo.
Manolo Jiménez apuesta al olvido. Su mensaje es claro: «echados pa´delante porque pa´atrás, ni para agarrar vuelo». Ricardo Mejía promete cárcel contra los ex gobernadores acusados de corrupción, pero no es claro sobre cómo podría lograr un proceso exitoso en contra de ellos. Lenin habla de un cambio de dinámica, pero mientras fue alcalde en Ciudad Acuña no logró sacar del atraso al municipio fronterizo. Mientras tanto, Armando Guadiana representa al sector empresarial que, a través de privilegios, explotación del suelo y concesiones, se hizo millonario.
Campañas electorales arrojarán los mismos resultados de siempre
Por todo lo anterior, las campañas electorales arrojarán los mismos resultados de siempre. Un gobernador priista, elegido por el actual mandatario estatal. Una oposición fragmentada y con pocas ideas para generar un balance en materia de gobernanza. Veremos a personajes reciclados ocupando curules en el Congreso Local. Seremos testigos de gobiernos de «eventitis», es decir, actos protocolarios para emitir discursos y tomarse fotografías. No habrá nada nuevo. La democracia, en Coahuila y en México, no garantiza una mejora sustancial en la calidad de vida de los electores.
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Hoy comienzan a circular videos de presuntas irregularidades en los traslados de las boletas electorales. El Instituto Electoral de Coahuila no emite ningún pronunciamiento al respecto. Las impugnaciones llegarán, pero quedarán varadas en la infernal burocracia.
Los priistas y sus otroras rivales, los panistas, se levantarán las manos para compartir la victoria. En Morena seguirá reinando la desorganización, UDC continuará sobreviviendo con prerrogativas y el Partido del Trabajo medirá qué tanto poder político y estructural logró acumular durante los dos meses de campaña.
Así, en Coahuila llegarán a su fin unas campañas electorales que se distinguieron por ser tediosas, poco creativas, sin propuestas claras, sin candidatos inteligentes, con estrategas que carroñeras del dinero, no de mensajes claros y contundentes que conecten con el electorado.
Participará cerca del 60% del padrón electoral. El IEC dirá que la elección transcurrió en calma, sin contratiempos y con buena respuesta de la ciudadanía y todo seguirá igual. El gatopardismo, en Coahuila, es el modelo de gobierno que ha ayudado a que el PRI cumpla, en caso de que acierten los pronósticos de las casas encuestadoras, 100 años en el poder.