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El espejo en el espejo | Leonardo Crespo | @LeonardoGCZ

Ha habido innumerables comentarios con respecto a la jornada electoral, que sirvió para la renovación del congreso del estado. Las lamentaciones, las celebraciones, el tema en sí, es algo que espero nos acompañe durante mucho tiempo en el colectivo regional.

 Más allá del momento en el que se dan las elecciones en referente a la pandemia, el elemento del congreso mismo debe de ser un tema de discusión. Las lamentaciones de que el PRI haya ganado los 16 distritos posibles se realizan creyendo que habría alguna diferencia si las hubieran perdido. 

La legislatura de hoy en día está en su mayoría conformada por diputados “de oposición”, con 10 diputados por el PRI y 15 de los demás partidos, pero eso no determinó un freno a las iniciativas por parte del gobernador. Todo lo contrario, de cada 10 iniciativas que ha presentado, le son aprobadas 8. Así que las lamentaciones que se proclaman creyendo que la victoria del PRI merma el contrapeso entre poderes están infundadas.

Por otro lado, la celebración por parte del partido tricolor está justificada. Demostraron, una vez más, que aquella vieja maquinaria electoral que parecía haberse desarticulado tras la victoria de Andrés Manuel, resurgió para imponerse. Y que sólo necesitaba  aceitarse con algunas viejas costumbres.

De dichas viejas costumbres se quejó muy amargamente el dirigente interino de Morena, Alfonso Ramírez Cuéllar, acusando a sus adversarios de recurrir a la compra de votos y demás irregularidades que sucedieron durante el pasado domingo, pero su discurso y sus quejas han quedado intrascendentes, pues las constancias de victoria fueron entregadas a los candidatos priístas.

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Acción Nacional se limitó a culpar a la pandemia. Al menos a eso adjudicaron su derrota, a la baja participación ocasionada por la pandemia. Sin embargo, la participación de este tipo de comicios siempre es baja. Debe de ser un golpe fuerte el haber perdido los distritos y diputaciones que ostentaban, pero debe de ser más duro haber sido desplazados como segunda fuerza política en el estado.

En todo caso, los únicos que auténticamente pierden en este tipo de situaciones son los ciudadanos, quienes no pueden ser auténticamente representados en el Congreso local, pues los que han sido elegidos sirven a los intereses que poco tienen que ver con las necesidades que aquejan a nuestra sociedad.

Pero como dije antes, no es una cuestión de colores, la LXII legislatura no fue de mayoría priísta, y temas como la megadeuda quedaron pendientes.

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