Jorge E. Espejel Lomas | @jespejel91
El 4 de enero se conmemora el Día del Periodista en México, una fecha que prácticamente pasa desapercibida porque el oficio no recibe el respeto que se merece.
En México matar a un periodista es tan fácil como eliminar a una mosca. Basta sentirse incómodo por una opinión o una nota o un reportaje para enviar a dos chamacos armados a cierto lugar, normalmente a bordo de motocicletas sin placas y disparar para silenciar a cualquier voz que resulte incómoda.
El año pasado cerró como el más mortal para el periodismo en México. 15 colegas fueron asesinados en diversas partes del país. Fue tan letal el 2022 que murieron asesinados más periodistas que en Ucrania, país que actualmente está invadido por Rusia.
Día del periodista sin festejos
El Día del periodista no merece festejos ni felicitaciones. La situación es gravísima. No sólo la violencia está impactando en las pequeñas redacciones del país, sino también a voces que, pese a su buena o mala reputación, gozan de popularidad e influencia política y social, como el caso de Ciro Gómez Leyva.
Organizaciones internacionales como Reporteros Sin Fronteras o Artículo 19 han externado su preocupación ante las graves violaciones a los derechos humanos que sufren los periodistas en México y la poca libertad que existe para ejercer el oficio.
En México un periodista se tiene que cuidar hasta de su propia sombra, ya no sabe por dónde vienen los ataques; pueden ser físicos, cibernéticos, bloqueos informativos, económicos. La realidad es turbia y no hay quien ponga un alto.
Día del periodista y la precariedad laboral
El Día del periodista en México también nos recuerda lo precario que resulta trabajar en una redacción. Más allá de algunas excepciones, un reportero de un medio como El Universal gana menos de 10 mil pesos mensuales. Situación similar pasa en redacciones locales de la Comarca Lagunera, en donde los tabuladores no garantizan que, con el ingreso repartido, el periodista tenga suficiente para subsistir.
De acuerdo con la Comisión Nacional de Salarios Mínimos, un reportero de prensa impresa debe ganar, al menos, 464.51 pesos diarios, es decir, poco más de 14 mil pesos mensuales brutos, sin embargo, una breve consulta por vacantes ofrecidas a través de la plataforma OCC Mundial revela que los sueldos que están en el mercado son inferiores a los sugeridos por las propias autoridades.
Mientras las referencias en materia de salario mínimo no sean vinculantes, las condiciones laborales de las y los reporteros no mejorarán. Mientras los dueños de los medios de comunicación también sean constructores, hoteleros, banqueros, entre otros giros, no le darán el valor real al periodismo y a quienes o producen.
Los medios masivos de comunicación en México no son más que un instrumento para hacer negocios con otras empresas hermanas. Las y los reporteros instrumentos que, por motivos de agenda y órdenes informativas, influyen en la opinión pública para satisfacer un interés ajeno.
Así, pese a que este fenómeno no es general ni expone a todo el gremio, el periodismo mexicano está sufriendo los estragos de una maquinaria editorial que se está agotando, que está arrebatando vidas y que está orillando a miles de colegas a explorar otras oportunidades, tales como la independencia y la obtención recursos internacionales para poder hacer mejores trabajos.
En el Día del Periodista debemos reconocer a quienes resisten y siguen dignificando el oficio
Existen cientos de colegas que, pese a la adversidad, la precariedad laboral y la misma inseguridad, continúan abriendo espacios libres para hacer periodismo de calidad; aquel que informa, que da a conocer lo que los poderosos no quieren que se sepa, que recupera hechos atroces que ya habían sido enterrados, que desnuda el desorden financiero de las administraciones públicas, que entrevista con dureza y objetividad y que no permite que ningún interés ajeno al ciudadano influya en la línea editorial.
A los colegas que fueron asesinados, a los que están amenazados y a los que trabajan día y noche por construir una mejor sociedad, merecen un reconocimiento y un aplauso por tan valiosa labor.
Ser periodista en México no es sencillo. Vivimos tiempos violentos, tiempos de precariedad salarial, tiempos de estigmatización.
Los medios no son un instrumento para favorecer a los poderosos, sino una herramienta para reducir brechas y fortalecer a la sociedad a través de la información.