Niños y niñas con discapacidad intelectual montaron un altar en honor a sus muertos, a directivos de la escuela y a familiares.
El Centro de Atención Múltiple José R. Mijares es una pequeña escuela enclavada en la colonia Luis Echeverría, a un costado del Tecnológico de La Laguna. Este lugar, como pocos en la región, brinda atención especializada y humana a niños y niñas que viven con algún tipo de discapacidad intelectual o motriz.
Actualmente el CAM, como le conocen quienes trabajan y reciben servicios ahí, es la única escuela en su giro que regresó al modelo híbrido de clases. Para el profesorado y para los alumnos, ha sido un reto volver a acoplarse al sistema tradicional de educación.
El altar
En un pequeño salón al fondo de la escuela, llama la atención un altar que llega desde el piso y hasta el techo. Está compuesto de flores de todos colores, comida, fotografías y los elementos característicos de la tradición.
En la entrada, dentro de un precioso y colorido arco está Danna, una pequeña alumna con síndrome de down que se caracterizó de Catrina. Danna observa a todas las personas que van entrando. No se mueve, asume el papel con total profesionalismo, se deja llevar por la música de fondo y su padres, al fondo del salón, la ven con orgullo. Su avance ha sido excepcional.
«Desde que entró aquí ha mejorado mucho su capacidad para relacionarse, antes del CAM estaba muy atrasadilla, estoy muy orgullosa.» dijo la madre de Danna.
Además de a familiares y personal administrativo y docente de la escuela que fallecieron por complicaciones derivadas de la Covid-19, el altar también fue montado en honor a Margarita Gómez Palacio y el Profesor Jacinto Jasso, ambos pioneros de la educación especial en La Laguna.
Te puede interesar | ¿De qué murieron los laguneros en 2020?
En el acto de presentación del altar, Joel Cortés, profesor de la institución, explicó que este tipo de ofrendas y actividades ayudan a estimular a los alumnos. Además del homenaje, el trabajo ayuda a desarrollar las habilidades de los niños y niñas.
Los olores, la comida, los dulces, la cal, las venas y todos los elementos que integran al altar, fueron en honor a diez personas que se fueron con la pandemia. El recuerdo aún puede ser doloroso para algunas personas, pero el homenaje, sin duda, llena de alegría a los corazones de los pequeños niños.