Correspondencias | Alfredo Loera | @alfredoloeramx
Este año se hablará mucho de James Joyce y de T.S. Eliot por los centenarios de sus obras. El 2 de febrero exactamente se conmemoró la publicación de Ulysses. Habrá que esperar hasta octubre para que vengan los ensayos sobre The Waste Land. Ninguno de ellos habría sido el mismo escritor sin la presencia de Pound.
Ezra Pound es un poeta cancelado, pues resulta sumamente incómodo escribir de un autor próximo a Mussolini. Al menos eso es lo que se ha impuesto en la narrativa de la historia de la literatura en lengua inglesa. Indagando un poco, uno puede advertir muchas contradicciones, pues algunos dicen que Pound en realidad no estuvo tan cerca del dictador italiano, como sí se alejó y criticó acérrimamente a Roosevelt por su alianza con Stalin en la Segunda Guerra Mundial; otros no dejan de perpetuar su leyenda negra, tal vez con razón. Su pecado fue, en primera instancia, su terrible ingenuidad política (deseaba erradicar el capitalismo financiero por medio de la palabra escrita), y en segundo lugar, la participación en programas de radio y en instituciones culturales dirigidas por el gobierno del Duce. No intentaré en estas líneas ser abogado del diablo. Pound fue acusado por el gobierno norteamericano de traición a la patria y, al ser declarado loco, fue recluido en el Hospital Saint Elizabeth de Washington D.C. durante 12 años. Posteriormente se exilió en Italia, país con el que siempre tuvo una fijación por ser la tierra de Dante y de los poetas provenzales.
Sin embargo, quizás, así como hay dos Vasconcelos, podremos decir que hay dos Pounds. En ambos casos la primera versión de ellos no concuerda con la segunda. A mí me llama la atención el Pound de los “teens” y los “twenties” del siglo pasado, por la promoción de revistas legendarias como Poetry, The Egoist o The Little Review, así como la ayuda para que James Joyce, T.S. Eliot, Ernest Hemingway, Marianne Moore, Conrad Aiken, Ford Maddox Ford, y muchos otros, publicaran sus primeros libros. Lo mismo me ocurre con Vasconcelos por su amistad con Madero. Los dos murieron en el ostracismo, respetados por glorias de juventud, pero bajo el padecimiento de profundas amarguras y depresiones (Allen Ginsberg visitaba a Pound en Italia en los años sesenta, pues lo consideraba el poeta más importante de su tiempo). El mundo después de la segunda mitad del siglo no fue lo que pensaron para bien o para mal. Del mismo modo, ellos se convirtieron por errores ideológicos en los villanos de la cultura.
En un tiempo donde nos espantamos por lo políticamente incorrecto, me llama la atención este tipo de personajes, pues desestabilizan los sistemas literarios. Pound justo después de ser declarado loco recibió el Premio Bollingen de la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos por la sección conocida The Pisan Cantos, lo cual ocasionó una crisis dentro del medio literario norteamericano, ¿cómo un loco y un traidor a la patria recibía el galardón al mejor poeta del país? La Biblioteca del Congreso dejó de auspiciar el premio y lo delegó a la Universidad de Yale. Es decir, se hablan pestes de estos escritores, especialmente a partir de la ignominia, pero al leer sus textos uno no puede dejar de vislumbrar que fueron incomprendidos, que sus literaturas en verdad no concuerdan con la imagen del hombre, y por ello uno no deja de pensar si verdaderamente fueron tan terribles o tan lunáticos como se los pinta. Creo que algo similar ocurrirá con Mario Vargas Llosa.
La narrativa mexicana no sería lo mismo sin las Memorias de Vasconcelos, pero, más aún, la poesía moderna en todas las lenguas no sería lo mismo sin los Literary Essays de Pound, recopilados por Eliot en la mítica editorial Farber & Farber, y no se diga Personae y The Cantos, publicados en New Directions. Esos dos libros son obras mayores de la poesía del siglo pasado. Si la humanidad continua existiendo dentro de trescientos años, casi seguro se seguirán comentando. No así los textos de otros escritores hoy muy venerados.
Pero ¿por qué Pound es tan indispensable para comprender el derrotero de la literatura de nuestro tiempo? Porque él como ninguno otro, y esto en el buen sentido de la palabra, fue un teórico. Pound se convirtió en el gran pensador de la poesía antigua y moderna, y por lo tanto en su gran renovador. Pienso que Eliot de algún modo en The Waste Land depuró lo que Pound se había propuesto como proyecto poético, y por esta razón Eliot le dedicó el poema: For Ezra Pound/Il miglior fabbro. Según Giorgio Agamben, Pound es el verdadero poeta de la catástrofe de Occidente ocasionada por las Guerras Mundiales. Como sabemos dichos conflictos bélicos significaron la ruptura de Europa con toda la tradición cultural humanista del pasado; todo el progreso intelectual, filosófico, artístico, religioso no sirvió para casi nada frente a los Campos de Exterminio rusos y alemanes y otros aún no conocidos; tan profunda fue la ruptura en Occidente que todavía en este 2022 con la posible invasión de Rusia a Ucrania se advierte que dichos atavismos aún están presentes. “Mucho más decididamente que Eliot –agrega Agamben- Pound vive en esa ‘tierra baldía’, un infierno que, como sugiere el Canto XLVII, no es posible, como ha hecho el ‘reverendo Eliot’, ‘atravesar rápidamente’.”
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The Cantos es el poema total de la modernidad. Pound consideraba que la poesía moderna para ser verdaderamente poética necesitaba incluir en su discurso a la economía y a la historia. Para Alfred Rizzardi, “los Cantos son obviamente la exposición de una teoría económica que busca en la historia una ejemplificación”. Si hay un tema en el magno poema, mucho más complicado de leer que cualquiera de los libros de Joyce, ese tema es la Usura. El libro hace un recorrido épico fragmentado por todos los estadios de la historia en donde la “dinerolatría” usurpó al ser humano. El leitmotiv de todo los Cantos es el “asesinato por medio del capital”: murder by capital.