“Mi salida del clóset” no fue como lo esperaba, pero le agradezco al tiempo porque sucedió. Para mis padres fue como recibir un balde de agua fría, pues temían que la gente hiriera a su hijo debido a la desigualdad y violencia normalizada que viven muchos homosexuales mexicanos.
México no está hecho para un cuento de hadas.
La desinformación es un factor que genera homofobia, pues al no conocer tanto del tema, las personas tienden a generar estereotipos que desencadenan miedo y discriminación. Las personas LGBTTTIQ estamos en desventaja ante esta situación debido a los estigmas y a la pobre educación sobre diversidad sexual.
En México, ser gay no es sinónimo de “fiesta” como todos creen; ser gay significa formar parte del tercer grupo de población más excluido del país, luego de las embarazadas y discapacitados (según la última Encuesta Nacional sobre Discriminación); por eso, la información podría funcionar como un beneficio para los homosexuales.
Las personas que no han convivido dentro “del ambiente” pueden adoptar los pensamientos que su familia, religión, cultura y medios de comunicación han impulsado sobre los homosexuales. Por el contrario, alguien informado antes de rechazar a un tercero, se pondría en sus zapatos.
El sistema de educación en México está diseñado únicamente para personas heterosexuales, éste podría ser el principal factor que posiciona a nuestro país como el segundo más homofóbico del mundo después de Brasil. Para los homosexuales, la calle ha sido nuestra mejor escuela, pues nadie se atreve a hablar de este tema, ni siquiera las personas más cercanas a nosotros.
El 17 de mayo de 1990, la homosexualidad dejó de ser una enfermedad mental gracias a la Asamblea General de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Sin embargo, en pleno siglo XXI, esta orientación sexual todavía es señalada y juzgada hasta por la misma comunidad gay. Así es, la homofobia también la generamos nosotros.
La situación de los homosexuales frente a la sociedad mexicana mejoraría si la información de diversidad sexual se difundiera adecuadamente, incluso entre nosotros.
La homofobia, como cualquier forma de discriminación, es una negación de la dignidad humana que fortalece la intolerancia y facilita los abusos. Se expresa en maltrato, burlas, exclusión, miedo y ruptura del tejido social.
Con frecuencia escucho que “no todos los gays somos iguales”, señalando a quien se encuentra más cerca de la imagen que la sociedad ha impuesto. En este círculo social existen grupos que le dan vida y valdría la pena que se conocieran.
Todos poseemos el derecho de ser cómo queramos, de expresar nuestro afecto, de luchar por nuestros sueños, incluso de formar una familia. Falta que se respeten esos derechos que nos corresponden, como seres humanos y como ciudadanos.
Sin duda mayo es un mes importante para los gays, pues continúa la lucha para lograr mayor equidad en la sociedad; pero es un trabajo en equipo que se logrará si el respeto empieza entre nosotros.
Nunca es tarde para informarse y ponerse en los zapatos de alguien más…
Facebook: Arturo Junior