El espejo en el espejo | Leonardo Crespo | @LeonardoGCZ
Todos estamos esperando que la vacuna llegue a las masas para poder regresar a nuestras vidas. Mínimo, para poder intentarlo. Sin embargo, las heridas ocasionadas por la pandemia no cicatrizarán una vez que tengamos una cura para la enfermedad, ya que en realidad, los problemas fueron acentuados por la emergencia sanitaria, no ocasionados por la misma.
El año pasado, un estudio del INEGI reportó que el trabajo informal en México llegaba al 56.7%, la cifra más alta en cinco años. Esto en sí mismo es un problema de estructura muy grave que la pandemia vino a cristalizar. Si le pides a un país que detenga sus actividades, y más de la mitad de esas personas dependen de salir a trabajar día con día, es inevitable entonces que haya un colapso en la calidad de vida de la nación.
De 2014 a 2016 se recortaron 15,000 millones de pesos al sector salud. En un país en el que año con año los índices de sobrepeso y diabetes aumentan, los recortes sistemáticos al sector salud ocasionarán graves problemas de atención a las personas que en unos años empezarán a tener problemas más delicados. La Encuesta Nacional de Salud y Nutrición del 2019 arrojó que el 75.2% de los adultos mayores de 20 años tienen sobrepeso, y el 10.3% diabetes. México se vuelve un país cada vez con más enfermos y cada vez menos capaz de garantizar la salud para todos.
Además de los problemas que existen en el presupuesto, la cantidad de profesionales dedicados a la salud, tanto médicos como enfermeras y enfermeros, son insuficientes según las recomendaciones de la OMS y de la OCDE. Con respecto a los médicos, contamos con 2.1 por cada mil habitantes, cuando lo recomendable son 3.2; y contamos con 2.9 enfermeras y enfermeros cuando el promedio en la OCDE es de 9 por cada mil habitantes.
En el tema de la educación siempre hemos estado rezagados. Actualmente, en temas de educación básica, México se encuentra en la posición 53 de los 71 países evaluados por la prueba PISA. En el tema de la educación media superior, el 52% de los mexicanos de entre 25 y 34 años carecen de preparatoria. De aquellos que la cursan, el 14% ha repetido algún curso, muy por encima del promedio que es de 4. Por estas circunstancias es que ocupamos el último lugar en este rubro.
Con todos estos problemas que ya existían antes de la pandemia (y muchos otros más que no enlisto), el gobierno y las autoridades tienen que reflexionar con respecto a la distribución de recursos que se utilizan. En un país que, antes de la pandemia, tenía ya 52.4 millones de pobres, y que al terminar de la misma se estima que la cifra crezca a 73.4 millones, ¿por qué depositamos toda nuestra confianza en la vacuna que no resolverá el problema?
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Porque el problema no está en la pandemia. La pandemia sólo vino a evidenciar, a repartir un poco, la injusticia social en la que se encuentra inmerso nuestro país. Esa falta de oportunidades, de trabajo, de salud, de medios para la educación que ya existía en la mitad de nuestra población.
Pero hay dos buenas noticias. Número uno, esa gente que se la pasa diciendo que el que es pobre es porque quiere, tendrá tiempo suficiente para demostrar su punto e inspirar a otros a seguir su ejemplo, y, número dos, el presidente Andrés Manuel aseguró que los empleos perdidos durante la pandemia se recuperarán en seis meses. Entiendo su lógica, (se pierden en seis meses, se ganan en seis meses) pero no comparto su optimismo ni su ignorancia.