La Masacre de Allende es, posiblemente, el hecho más rudo que ha vivido el estado de Coahuila en su historia contemporánea. Durante casi dos semanas, un número indeterminado de personas fue desaparecido y asesinado a manos de integrantes del crimen organizado en colusión con las autoridades.
Recientemente la plataforma de streaming Netflix, puso en la agenda el tema de la masacre gracias a la serie dramática «Somos», un intento de Monika Revilla y algunos directores y guionistas gringos por representar, de manera cercana, lo que sucedió en marzo de 2011.
Para quienes hemos platicado con colegas que reportearon el hecho, que olieron de cerca la pólvora y percibieron el hedor a muerte por cada una de las cuadras del pequeño municipio, debemos decir que, la historia, se queda corta, muy corta de lo que verdaderamente sucedió.
Y es que no importa si al ver la serie el espectador siente dolor o indignación, la realidad es que, hasta la fecha, no han caído presos mandos medios y altos que participaban en la función pública de aquel entonces.
Sólo Jorge Torres, ex gobernador interino de Coahuila, está preso en Estados Unidos, pero el motivo de su detención nada tuvo que ver con la Masacre de Allende.
Producto de las investigaciones, algunos sicarios que participaron en la carnicería están detenidos, pero mandos militares, civiles o autoridades municipales y estatales continúan totalmente impunes.
La serie, por un lado, le quita mucha fuerza al tema de la colusión con las autoridades. Quizás dan a entender que las policías estaban controladas por el narco, particularmente por los Zetas, pero en realidad no ponen el dedo sobre alguien en particular.
Recientemente la Revista Proceso dio a conocer que el secretario de la defensa, Luis Cresencio Sandoval, fue el titular de la guarnición militar de Piedras Negras cuando sucedió la masacre. Como respuesta, el funcionario federal, se lavó las manos al decir que no podía hacer nada.
De ese tamaño es la impunidad en México. El personaje más cercano y empoderado al presidente, Cresencio Sandoval, ni siquiera fue cuestionado por el hecho, al presidente no le generó extrañeza y a la opinión pública y medios de comunicación, salvo quien generó la nota, no les motivó a investigar más, no se les hizo «buen tema».
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En este espacio no vamos a sugerir que vean o no vean la serie Somos, pero lo que sí es una realidad, es que la Masacre de Allende y Piedras Negras nunca se va a olvidar, no importa cuántos funcionarios estatales y municipales pasen y traten de borrar lo acontecido. La sangre de mucha gente fue derramada por el poder y la influencia que tenía y tiene el narco sobre las autoridades.
En Coahuila aún hay recuerdos que duelen, y Allende y Piedras Negras y las balaceras y los colgados y los incendios y la violencia en general, se mantienen latiendo, a un lado de todos nosotros, buscando renacer, buscando retomar su inercia destructiva y violatoria de los derechos humanos.