Moisés Picazo Salazar falleció el 26 de marzo pasado. No fue el coronavirus, fueron complicaciones con su salud que no haremos públicas por ser información privada. Lo que sí se debe hacer público, lo que debe recorrer el país, es su nombre, él, su figura, su ser, un hombre que dedicó la vida a educarse y a educar para construir en este planeta una comunidad funcional, socialmente funcional.
En este tenor, a partir de hoy, el usuario Moisés Picazo ha sido dado de alta en la Plataforma Nacional de Transparencia. Su nombre será la bandera de estos y más periodistas que continúen aquél legado que dejó en vida.
Serán las instituciones quienes tengan que rendirle cuentas a Moisés Picazo, al hombre que junto a muchos y muchas más, se opuso al sistema político y social que hoy ya permite que periodistas y activistas accedan, medianamente, a información pública municipal, estatal y nacional.
Personas como Moisés abrieron el camino y, aunque el trabajo aún no está terminado, son sus laureles, es su condecoración con la que parten a donde acaben las almas sin cuerpo.
A donde llegue toda esa gente estudiosa, artista, intelectual, amantes de la tierra, del agua y de sus raíces, personas originarias y mestizas; a donde fue el estudiantado del 68 en Tlatelolco, los 43 estudiantes de Guerrero, los campesinos de aguas blancas y todas las víctimas que dejaron esta tierra mexicana con el fulgor de haber muerto por el bien común.
Allá, donde Moisés ya vierte anécdotas, ya «arregla el mundo», como decía, bajo una tarde lagunera, con toda esa comunidad visionaria que admiró y amistó, mientras paladea sus cervecitas Superior (chuperior) y recoge las solapas de algún traje a la medida, ha de seguir hablando de la revolución, de política, de historia, de Cuba y de la vieja Comarca Lagunera.
Ojalá se acuerde de nosotros, que nosotros lo tenemos bien presente.
Moi fue actuario, se graduó de la Universidad Nacional Autónoma de México. Fue ingeniero civil de la misma institución. Ahí mismo se graduó de maestro en ingeniería, en investigación de operaciones.
Luego, logró diplomados en computación, en matemáticas aplicadas, en derechos humanos y en docencia universitaria humanista. Siempre decía que nunca terminó su doctorado en Ciencias de la Administración.
Casi doctor.
Moisés también fue de los fundadores del IPAC (Información y Participación Ciudadana) y asesor de PC29 Laguna (Participación Ciudadana 29 Laguna A. C.). Además, en varias ocasiones fue consejero electoral y ávido promotor del voto y la participación activa de la ciudadanía en la democracia.
A los periodistas que dirigen Red es Poder nos enseñó a construir preguntas en las plataformas de transparencia del país, nos enseñó a leer los archivos contables de las cuentas públicas y los apartados de la Ley de Transparencia.
Juntos investigamos al Congreso de Coahuila desde el 2017 y en esos días de trabajo arduo, metidos en excel y en los periódicos digitales e impresos, platicábamos de todo. Su cerebro era amplísimo y su humor permitía una personalidad cómoda, con la que podías compartir horas de conversaciones sazonadas, divertidas e interesantes.
Le encantaba recordar sus días en la Ciudad de México, tanto como aquellos detalles de la historia política lagunera.
En ningún momento las discusiones o el diálogo le alteraban, sólo que se hablara de corrupción, pero no se molestaba con sus interlocutores, si no con las injusticias, con la robadera de las ratas encorbatadas.
Moisés nunca perdió la esperanza, desde que tuvo conciencia social y política, muy joven, jamás dejó la lucha por la comunidad, por la transformación política y la consolidación de una democracia funcional.
Posiblemente la anécdota que más repetía era aquella del Pato Donald, un usuario de las primeras etapas de la Plataforma Nacional de Transparencia. Como los gobiernos están obligados a responder las preguntas de transparencia, independientemente del usuario que las haga, se puede poner el nombre que uno quiera, el propio, uno inventado, o el de alguna caricatura.
El usuario Pato Donald, contaba Moisés Picazo, logró mediante preguntas a transparencia que un caso fuera llevado a la Suprema Corte para ser revisado y sentenciado.
Todo mundo reía con aquella historia, así aprendimos muchos de nosotros a ejercer nuestro derecho de preguntar a los gobiernos qué onda con las arcas públicas y con el dinero que les damos en los impuestos.
Un gran profesor, fue Moisés. Un ser humano de otro nivel que, como dijimos, hoy se surte de su grandeza en alguna parte.
Fue un gran amigo para nosotros. Ojalá nos reunamos de nuevo, Moi, en alguna cantina, y brindemos por lo hecho y por lo vivido.
Gracias por todo.