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¿A poco no…? | Juan Ceballos Azpe | @licjuanceballos

¿A poco no sabías del decreto presidencial publicado en el Diario Oficial de la Federación el 27 de julio de 1951, que declaró que ese año, fuera denominado Año del Árbol? Luego, en la administración de Adolfo López Mateos se decretó que cada segundo jueves del mes de julio se conmemore en México el Día del Árbol. Finalmente, el 7 de julio de 1959 se emitió otro decreto que instituye de modo permanente, y durante todo julio, la celebración de la Fiesta del Bosque en todo el país, por lo que este es un mes propicio para reflexionar y, sobre todo, actuar en consecuencia.

Los árboles que habitan en los bosques y las selvas son las áreas de captación del agua pluvial que permiten que la lluvia alimente los ríos, lagos, lagunas y todos los sitios de donde el hombre obtiene el agua para todos sus fines: doméstico, agrícola, urbano e industrial. Por desgracia, la raza humana se ha convertido en el peor enemigo del árbol, ya que, según la Secretaría de Medio Ambiente, las tasas de deforestación en nuestro país son de 600 mil hectáreas por año. Si en total contamos con 40 millones de hectáreas, a este ritmo en 50 años habremos exterminado todos los bosques y selvas de México.

De ahí la necesidad de poner fin a la excesiva sobreexplotación de nuestros bosques que, en el caso particular de la sierra de Durango, alcanza niveles criminales, ante la apatía de las autoridades estatales y federales. Hace diez años la Conagua advirtió que, de seguir con los actuales patrones de deforestación, baja eficiencia en el riego, sobreexplotación de acuíferos y contaminación de cuerpos superficiales, en 25 años nuestro país padecería la falta del recurso en la mayor parte del territorio nacional, sufriría el colapso de ecosistemas, y registraría graves problemas de salud pública, lo que ya está ocurriendo.

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Los árboles contribuyen a generar agua, oxígeno, clorofila, madera, flores y frutos por lo que son grandes benefactores hoy en peligro de extinción si autoridades, ambientalistas, organismos cívicos, y sociedad en general, no hacemos nada por frenar su destrucción. El Mes del Bosque nos debe llevar a la toma de conciencia para revertir la tendencia que se ha venido dando en los últimos años: en lugar de que sean menos árboles que derivan en la desertificación, procurar la reforestación de la Comarca y, de esta forma, plantar pulmones para La Laguna, que debe ser labor de todos. ¿A poco no…? ¡Ánimo!

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