investigación deuda, influencias y gastos sobre secretaría de inversión público productiva de Miguel RiquelmePortada Reportaje
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Editorial | @RedesPoder

Hoy vemos recorriendo a candidatos y candidatas a diputaciones federales, gubernaturas y presidencias municipales, cada rincón del país para ofrecer el «cambio» que todos merecemos. Las dádivas en tiempos electorales son representadas a través de los aumentos a los presupuestos en ayudas sociales. El populismo, la propuesta sin bases, sin formas ni fondos, también está a la orden del día.

En occidente, la opinión pública asume que el populismo es una práctica alineada con los movimientos de izquierda, sin embargo, esta idea no puede ser más errónea.

En México, por ejemplo, está instaurada una política pública basada en la entrega de programas sociales. En ese sentido, la práctica no es populista porque sí se pudo hacer, es decir, es una promesa que se cumplió. Por otra parte, el prometer que, si ganas una presidencia municipal o una diputación local se acabará el desempleo y todos vivirán mejor, eso sí es populismo, porque ni siquiera indican cómo será el camino para lograr tan ambicioso objetivo.

En Torreón vemos como las y los candidatos a diversos puestos públicos aseguran tener la fórmula perfecta para sacar a la ciudad y al estado del bache en el que se encuentran.

Marcelo Torres Cofiño asegura que, en el centro de la ciudad, construirá un centro tecnológico para que sea operado por jóvenes talentos. Además, afirma que repartirá apoyos mensuales a las madres torreonenses. Veamos, si el municipio destina más del 66% de su presupuesto en servicios generales y personales, ¿queda margen de maniobra para ejecutar este tipo de proyectos? Definitivamente no.

Román Alberto Cepeda, del PRI, se refugia en la política populista del gobierno del estado. Así, aprovecha el apoyo gubernamental que le dan los programas sociales que se inflan en épocas electorales. Para este año, se presupuestaron 269 millones más que en 2020 para despensas, tinacos, tarjetas de apoyo, etc.

En Morena, que continúa sin candidato oficial, todo circunda a través de lo que haga o deje de hacer el presidente de México. La política pública enfocada a los pobres ha ayudado a consolidar el proyecto del mandatario mexicano, sin embargo, algunos cuadros incrustados en Morena le quitan legitimidad y seriedad al movimiento.

En este caso, el neo morenista Luis Fernando Salazar,  se apoya en el mensaje de la «cuarta transformación», dice que Torreón merece una nueva manera de gobernar, pero tampoco aclara cómo se llegará a este punto.

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Ni hablemos de las propuestas de quienes aspiran a diputaciones federales. La mayoría de ellas, tienen relación con situaciones que ni siquiera están al alcance del legislativo, tales como asegurar una equitativa y abundante distribución de agua, empleo bien pagado, entre otras. Estas propuestas son populistas porque no las podrán cumplir y porque ya están legisladas.

De esta manera, es importante que el electorado sepa discernir entre una propuesta de campaña clara y concreta y una promesa populista que es utópica e inalcanzable. Ahí se podría diferenciar entre un proyecto legítimo y una llamarada de petate.

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