Ojo por diente | Fernando de la Vara | @delavara
El fin de semana pasado comenzó la restricción de movilidad del transporte urbano en La Laguna de Durango, causada por el creciente número de casos activos de covid. La medida que busca disminuir los contagios, evidenció nuevamente el problema de movilidad y desplazamiento de la conurbación de La Laguna, pues la limitación de los horarios del transporte interestatal, de por sí irregulares, obligó a los ciudadanos a cruzar caminando el vado del Río Nazas.
Es sabido el privilegio que todos los gobiernos le han dado a la infraestructura que beneficia al automóvil, como si el progreso fuera sinónimo de asfalto, puentes y periféricos, dejando de lado otras formas de movilidad. Hay que mencionar que las otras formas de desplazamiento, ciertamente, son precarias, aunque representan la mitad de viajes de la ciudadanía. En el 2016 se estimaba que el 19% de los desplazamientos por la región se hacen a pie, el 2% en bicicleta, y el 30% en transporte público. Según los indicadores, en el 2018, señalan que el desplazamiento, tan sólo en Terror, Coahuila, es de alrededor de 34,196 viajes en transporte público.
Tenemos un proyecto de movilidad mayor, el Metrobús, mal planeado, mal ejecutado, polémico (¿alguien recuerda que no estaba claro el destino de 16 millones de pesos de la inversión?) y que no se ve para cuándo termine, pero que, a su vez, por las proyecciones del costo del pasaje y la ruta que diseñaron, se antoja más como un paliativo que una solución, sin contar que AMLO, por motivos que no me atrevo ni a suponer, decidió suspender la obra del lado de Durango mediante una votación a mano alzada. Igualito que cuando en la primaria nos hacían decidir entre banderillas y sangüiches para la posada.
El problema de movilidad conurbana es antaño, recuerdo que hace unos años (incluso recientemente) se buscaba prohibir que los camiones interestatales no entraran a las calles de Torreón, que se quedaran a la entrada de Gómez Balazo, obligando a los usuarios a caminar. En el periférico, los taxis que armaban rutas desde la colonia Valle Verde, en TRC, hasta Chilchota, en GPD, dejaron de circular tras los hostigamientos y multas de las autoridades. ¿Y quién sale perdiendo? Claramente la ciudadanía que necesita desplazarse, pues ni concesionarios ni autoridades se ven afectados. Seguramente ellos tienen carro.
La precarización de la movilidad en la región es todo un tema. Cada tanto, alguna administración municipal, se abandera con la modernización del transporte, la capacitación de los choferes y la reestructuración de rutas, pero a todos nos queda claro que lo único que sucede es que salen de circulación los camiones que aún funcionan con leña y que nos suben el pasaje unos tres pesos.
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El peatón, en teoría, debe ser el sujeto que goce de más privilegios, ¿pero han intentado caminar por las banquetas del Boulevard Revolución por los alrededores de la Cuauhtémoc en hora pico?, es increíble la cantidad de obstáculos que uno debe cruzar, desde carros estacionados que invaden el metro veinte de banqueta hasta los camiones casi se trepan a la misma. Ahora imaginen lo que significa caminar por debajo del puente plateado, por el vado, con prisa para llegar al trabajo, o peor aún, caminar por encima del puente plateado, por estrecho andador que está a los costados. El peatón es claramente el más vulnerable.
Hay que tener en cuenta que la mayoría de personas no elegimos cómo nos desplazamos, sino que lo hacemos según los medios que disponemos, ¿o acaso alguien conoce a algún habitante de un fraccionamiento que se desplace a pie? Díganme quién, para documentarlo. En la mayoría de estos espacios, los que sí se desplazan a pie son los empleados, tanto trabajadoras del hogar, como guardias de las casetas y personal de mantenimiento, y otra cosa importante, ¿existen rutas de autobús que tomen en cuenta a estos trabajadores? Poquísimas. Y aún con la existencia de estas rutas, los trabajadores tienen que desplazarse a pie un buen tramo para llegar de las paradas de camiones a sus lugares de trabajo. En algunos casos el desplazamiento es aún mayor, pues para tomar esas rutas o volver a sus hogares hay que caminar.
La movilidad urbana es uno de los tantos temas afectados por falta de una visión metropolitana, tanto de los gobiernos estatales y municipales, pues ni en medio de una pandemia los criterios en cuanto a las medidas sanitarias son los mismos. Poco o nada tienen en común. Por un lado, en Durango, desde el sábado se suspendió el servicio de transporte a las tres de la tarde hasta el lunes, en horario normal; se decidió prohibir la venta de alcohol los fines de semana y el cierre, nuevamente, de negocios no esenciales, mientras que en Coahuila todo sigue operando con “normalidad”, pues las únicas propuestas sanitarias tienen que ver con el endurecimiento de algunas medidas de prevención en eventos sociales. Ironías de la vida, ahora los de Gómez y Lerdo tienen que venir a surtir sus cervezas a Torreón… pero eso sí, en carro, antes de las 11 de la noche, porque en camión no se arma…