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¿A poco no? | Juan Ceballos Azpe | @licjuanceballos

¿A poco no es México un país pletórico de contradicciones? Entre ellas, el hecho de que, en ciertos núcleos de la población, la mujer puede representar lo más discriminado, sobajado e ignorado, cuando es la esposa, la hermana o la hija, y al mismo tiempo, lo más sublime, venerado e inmaculado –sobre todo el 10 de mayo- cuando es la madre. Esta contradicción maternal se refleja también en el lenguaje coloquial, ya que el término de “madre” se utiliza en algo o alguien que es lo máximo cuando decimos que está a toda ídem, y es de lo peor cuando se dice que tiene poca o de plano carece de ella.

Un concepto erróneo que ha perdurado a lo largo de los siglos y que persiste en ciertos estratos de la sociedad es que la misión más trascendental y exclusiva del género femenino es la de engendrar hijos –obvio, porque el hombre no puede hacerlo-, y todavía hay mentes retrógradas que piensan que educar a la mujer es perder tiempo y dinero. Sin embargo, es un hecho que el acceso de las mujeres a la cultura, la ciencia y la tecnología, es un índice bastante seguro de modernización y progreso.

El desaliento a la instrucción de las mujeres se ejemplifica en el dicho, muy de moda en los tiempos de Sor Juana y en las mentalidades decimonónicas “mujer que sabe latín ni tiene marido ni tiene buen fin”, que hace que algunas mujeres prefieran no cultivarse con tal de no quedarse solas y fuera de la vida que la sociedad le marcó, sin otra alternativa, encaminándola hacia la virtud y la sumisión, pero también a la ignorancia y los abusos.

Dentro de las revoluciones que tuvieron lugar en el siglo 20 destaca la revolución femenina, con la independencia de una mente libre, la proclamación de la igualdad de derechos con relación al hombre, la capacidad de obtener ingresos generados por su propio esfuerzo y la libertad de decidir sobre su propio cuerpo. De entonces a la fecha se ha avanzado mucho, pero no lo suficiente. Todavía hay padres que privilegian la educación de los hijos por encima de las hijas, no obstante que los más altos índices de aprovechamiento y aplicación los obtienen, en su mayoría, las mujeres.

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Pero también la evolución maternal es otro fenómeno que ya forma parte de la época que vivimos: cada día hay más madres solteras que se enfrentan solas a la vida y sacan adelante a sus hijos, siendo al mismo tiempo padres, al tomar la decisión de no vivir con alguien que no las satisface económica, moral, emocional e incluso sexualmente; o las madres que estudiaron una carrera y la ejercen, ayudando al sostenimiento de la familia y compartiendo las obligaciones domésticas con el marido; una evolución maternal que ya hizo realidad la ficción científica de los hijos de probeta, es decir, los que fueron procreados in vitro.

Pero sin lugar a dudas, la imagen de la madre fue, es y seguirá siendo el paradigma del amor más puro, sublime, sacrificado e incondicional de la humanidad, al tener el privilegio de ser colaboradoras directas de Dios en la creación. ¿A poco no…? ¡Ánimo!

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