Por Elena Palacios
No recuerda bien cuándo comenzó a mirar por la ventana, pero sí, que la tiricia la empujaba a hacerlo. Se trataba de un ansia de tener alas, como los pájaros, y escapar de ahí, de la alcoba matrimonial donde discutía con el marido, de la casa en la que sus sueños románticos se ahogaban, de su vida plana. Escapar volando, pero no era un pájaro, ni tenía alas, ni nada.
Diez años después, más esbelta, más pálida, su pasatiempo es el mismo: mirar hacia afuera, ahora desde el ventanal en la planta alta de la casa de lujo. Sus hijos juegan basquetbol en la cancha. Agita la mano para saludarlos pero la ignoran, se entretienen en el juego. Hace rato que se le están yendo. Ya no es ella el eje de esos seres que antes dependían tanto de su cuidado.
⸺Vengan a comer ⸺grita.
Voltean a verla sólo un instante y regresan a lo suyo.
Ella levanta la cara al cielo nublado e inhala, necesita aire, o al menos eso piensa. No puede quejarse de que no le dan su espacio. Hace mucho que no pelea con el marido. Cómo hacerlo, si vive tan ocupado que raramente coinciden.
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La mesa está puesta, la puso ella misma, con los primores que ha aprendido. Lo mismo se esmera con la comida. Ha ido acumulando recetarios a fin de no fastidiar a los niños con la rutina de unos cuantos platillos.
⸺Suban a comer ⸺grita de nuevo.
Los casi adolescentes recogen el balón y se disponen a entrar.
⸺Lávense las manos ⸺ordena⸺, hasta el codo.
Obedecen a regañadientes mientras rezongan que siempre es lo mismo con ella.
No come, los vigila de pie, junto al ventanal abierto; entre los dedos tiene un cigarro ansioso al que da fumadas cortas y rápidas. Es día de cine y los chicos se disputan la elección de la película.
Es lindo el día, huele a tierra mojada y el viento le acaricia la cara. Qué ganas de escapar, de fundirse con el aire… los hijos continúan discutiendo. Por un momento trata de imaginarse siendo otra, en otro escenario, con un guion distinto, pero no lo consigue.
⸺Mamá ⸺dice uno de los muchachos⸺, ¿verdad que…? ¿Mamá?
⸺¡Mamá! ⸺gritan los dos al unísono.
Pero ella, queriendo volar, sin ser pájaro ni tener alas ni nada, acaba de escapar por el ventanal.
El texto aquí mostrado forma parte de libro “Cuentos cortos para gente que duerme sola” de Elena Palacios. Su reproducción fue avalada por su autora.