Por Alejandro Nava Femat
“Ninguna fuerza jamás podrá desplazar a China de su estatus actual, impedirle el progreso y el de su pueblo”
Xi Jinping, Presidente de la República Popular de China
La guerra tecno-comercial entre Estados Unidos y la República Popular de China escala y empieza a tomar otras dimensiones y latitudes de gran proporción geopolítica y militar que intensifican la tensión en el lejano oriente, y se manifiestan con el repentino surgimiento de diversos conflictos regionales como factores de desestabilización que van desde los fronterizos, marítimos, políticos, salubres, étnicos y religiosos, mismos que se concentran exclusivamente en varios puntos geográficos de su territorio, y circulan como manecillas de reloj alrededor del país asiático, los cuales no deben verse como casos aislados, pues sus repercusiones son de carácter multipolar.
Conflicto Indo-Chino
India y China, los dos países más poblados del mundo, con grandes ejércitos y poder atómico, liderados por Narendra Modi y Xi Jinping respectivamente, comparten una frontera de más de 3,440 kilómetros en los que tienen reclamaciones territoriales que datan de los años 50. Desde entonces, ambas naciones se acusan mutuamente de ocupar su territorio. La superficie en disputa es de 38,000 kilómetros cuadrados de fronteras diseñadas y establecidas en la era colonial británica en el territorio tripartita (India, China y Pakistán) de Cachemira, y que China no ha reconocido pues se atribuye la soberanía de todo el estado indio de Arunachal Pradesh, al que denomina Tíbet del sur. En esta región del Himalaya, donde se encuentra el valle de Galwan; en el que en últimas fechas se han incrementado tropas, tanques, artillería y lanzacohetes de ambos lados, donde se encuentra la denominada “Línea del Control Actual” y en el que en mayo pasado medios de comunicación indios dieran a conocer que fuerzas chinas instalaron tiendas, trincheras y equipo pesado varios kilómetros adentro del territorio en disputa, lo que generó un grave enfrentamiento en el que si bien no hubo disparos y China sólo reportó la muerte de uno de sus oficiales; del otro lado si murieron 20 soldados indios y otros 76 resultaron heridos, siendo las primeras muertes en 40 años desde la guerra que libraron las dos potencias asiáticas en 1962 en que India fue derrotada.
Este primitivo enfrentamiento a palos y piedras toma relevancia cuando se identifican al menos dos puntos de interés estratégico mutuo: primero, la construcción de una carretera de cientos de kilómetros por parte de India, que conecta a una base militar reactivada en 2008, a la que Pekín se opuso, segundo, China por su parte, construye en Pakistán el corredor económico China-Pakistán, invirtiendo 60,000 millones de dólares; vía clave para transportar mercancías y darle salida al puerto de Gwadar en el Mar Arábigo, donde en un futuro la República popular podría realizar operaciones navales en ese lugar. Finalmente, tras el enfrentamiento y bajo los oficios diplomáticos de Rusia, las partes han acordado retirar sus tropas y desescalar la confrontación a lo largo de los límites terrestres marcados en el Himalaya, sin embargo, el problema de raíz sigue latente; pudiendo estallar nuevamente, incitado -tal vez- por fuerzas externas para lograr desestabilizar esa región de la nación asiática.
Hong Kong y la nueva ley de seguridad
Recientemente el Presidente Xi Jinping, firmó el decreto presidencial 49 con el cual se promulgó la Ley de la República Popular de China, sobre el mantenimiento de la seguridad nacional en la región administrativa especial de Hong Kong la cual data desde 1997, año en que este territorio de 7.5 millones de habitantes fue devuelto por Inglaterra al gigante asiático y desde entonces es semiautónoma, un país dos sistemas. A dicha ley se le adhirió un polémico párrafo que incluye la persecución de todas las actividades consideradas como secesión, subversión, terrorismo y colaboración con interferencias extranjeras, así como la extradición de los ciudadanos para ser juzgados en China continental, la cual es considerada una amenaza a las libertades civiles y políticas de esta región administrativa, misma que tiene vistas de carácter local e internacional: la de Pekín, que asegura que su único propósito es poner fin al vandalismo de las protestas del año pasado derivadas de una ley de extradición, la de la oposición del partido por la independencia de la isla, que asegura que la intención es acabar con el movimiento independentista, la del Reino Unido, que considera una violación a la autonomía de Hong Kong ya que el acuerdo de devolución preveía para ese territorio una autonomía judicial y legislativa durante 50 años, y finalmente la de Estados Unidos que advierte sobre el riesgo de que la ley sea utilizada para silenciar las críticas hacía Pekín.
En la sede del Consejo de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), un conjunto de 27 países solicitaron a Pekín reconsiderar la ley y respetar el compromiso alcanzado entre Reino Unido y China de mantener la autonomía judicial y legislativa. Mientras que la jefa del ejecutivo hongkonés Carrie Lam, realizó una firme defensa de la ley de seguridad nacional mediante un video dirigido al propio consejo de la ONU; instando a la comunidad internacional a respetar el derecho de su país a salvaguardar la seguridad nacional y las aspiraciones del pueblo de Hong Kong a la estabilidad y la armonía. Anticipándose a la promulgación de la ley, Washington anunció el primero de julio el fin de la venta de equipo de defensa sensible a Hong Kong, para evitar que quede bajo la influencia del ejercito chino, a lo que de inmediato Pekín reaccionó anunciando de fuertes contramedidas derivado de esa decisión.
Por otra parte y en respuesta a la controvertida nueva ley de seguridad, el gobierno británico anunció que extenderá los derechos de inmigración a unos tres millones de residentes de Hong Kong que tienen la condición de ciudadanos británicos en territorio extranjero. La oposición al anuncio fue tajante mediante un comunicado emitido por la embajada china en el Reino Unido, al oponerse firmemente y reservarse el derecho de tomar las medidas apropiadas; pues la decisión inglesa sería violatoria del derecho internacional.
Brote de la peste bubónica en Mongolia
Mongolia, país de Asia Central pegado al sur de China, comparte una frontera de 4,677 kilómetros de longitud -la cuarta frontera más larga del mundo- cuenta con 3.2 millones de habitantes y en la que casualmente presentó en la ciudad de Tsetseg en la provincia occidental de Khov, un brote de peste bubónica también conocida como peste negra. Con la finalidad de evitar un brote masivo, las autoridades en China intensificaron de inmediato las precauciones, emitieron una alarma nivel 3 y llamaron a la población a reportar casos sospechosos para evitar su propagación. La peste negra causó alrededor de 50 millones de muertes en África, Asia y Europa en el siglo XIV.
Los musulmanes de Xinjang
El territorio de Xinjiang (Sinkiang traducido al español) ubicado al noroeste de China y denominado oficialmente Región Autónoma Uigur de Xinjiang, es la más extensa de todo el país asiático, económicamente importante, es estratégica en el proyecto intercontinental de la nueva ruta de la seda, rica en materias primas como carbón, gas y petróleo. Se calcula que en ella viven alrededor de 12 millones de personas, entre ellas las etnias originales Uigur y Kazaja, ambas de religión musulmana. Los uigures y kazajos como grupos étnicos minoritarios de habla turca -históricamente en conflicto con los Han, la mayoría étnica china- se sienten más cercanos a Asia Central que a China, y exigen mayor autonomía; incluso la independencia para su región por lo que han recurrido a las armas para lograrlo.
El gobierno central acusa a uigures y kazajos de terrorismo, de promover campañas violentas a favor de que ese territorio sea un Estado Independiente a los que considera separatistas ayudantes de al-Qaeda, los cuales recibieron entrenamiento en Afganistán. Pekín ha detenido en masa alrededor de un millón de miembros de estas etnias para incluirlos en una red de campamentos de reeducación denominados “Centros de Formación Profesional” en los que se aborda el extremismo a través de la transformación del pensamiento, con el objetivo de combatir el extremismo y terrorismo islamista, y así mejorar la convivencia y la estabilidad de la región.
Las posturas encontradas entre el gobierno central y las etnias musulmanas minoritarias, conllevan a una zona de pugna permanente que ocupan a Pekín y preocupan a ONGs de la comunidad internacional, lo que ha llevado a Estados Unidos a sancionar a empresas Chinas que operan en esa región, acusando de beneficiarse del trabajo forzoso de por lo menos 80,000 uigures y kazajos de 83 multinacionales asignados a cadenas de producción, así como la violación de sus derechos humanos, pero diferenciándolas del resto de corporaciones instaladas en ese lugar tales como la alemana Adidas, la coreana Samsung e incluidas las estadounidenses Nike o Microsoft. Llegar a una solución negociada que complazca a todas las partes, es un reto que se mantendrá abierto como moneda de cambio a conveniencia de futuros conflictos internacionales de carácter e interés especifico, ya sea para demostrar la legitimidad y legalidad de las acciones del gobierno comunista y sus empresas, o por el contrario; evidenciar el incumplimiento del estado de derecho y los derechos humanos de trabajadores étnicos, de quien detenta e intenta ser ejemplo de poderío mundial.
Te puede interesar: La primer guerra tecnológica de la era digital
Taiwán Independiente
La isla de Taiwán, con 23.3 millones de habitantes, es otro antiguo punto de conflicto latente que se remota a sus orígenes en 1927, derivado de la guerra entre el Partido Nacionalista Chino y el Partido Comunista; tras 15 años de la abdicación de Puyi, último emperador de China de la dinastía chino-manchú de los Qing, impuesto por los japoneses y tras la invasión nipona de 1936, los comunistas liderados por Mao Tse–Tung tomaron la mayor parte del territorio; lo que obligó al líder nacionalista Chiang Kai-shek a trasladar su gobierno a la isla de Taiwán en 1949, logrando el reconocimiento de la Organización de Naciones Unidas y de países occidentales que consideraron a Taipéi -capital de la isla- como el gobierno legitimo hasta 1971 en que la ONU pasó a reconocer al gobierno comunista, como la autoridad legítima de una única China. A partir de 1979, Estados Unidos rompió relaciones diplomáticas con Taiwán pero “extrañamente” se comprometió a defenderla.
Después de más de 60 años en que Pekín y Taipéi no establecieran relaciones, a mitad del año 2009, el Presidente Xi Jinping y en ese entonces el mandatario Ma Ying-jeou, establecieron contacto por primera vez, para después en el año 2015 reunirse simbólicamente en Singapur bajo el espíritu anti-independentista que los ligaba, ya que tanto la república popular, como la isla; consideran -cada uno por su lado- herederos legítimos de la China unificada. En enero 2016, la abogada y profesora Tsai Ing-wen, es electa como Presidenta de Taiwán, por el independentista Partido Demócrata Progresista, enarbolando la bandera de la soberanía frente a China, sin rechazar los acuerdos alcanzados hasta la fecha.
En diciembre 2016, rompiendo la política estadounidense hacía la isla establecida en 1979, sin que a esa fecha ningún mandatario norteamericano -electo o en funciones- haya hablado con alguno de Taiwán, la Presidenta Tsai Ing-wen, llamó al Presidente electo Donald Trump para felicitarlo por su triunfo, a su vez, el dirigente la felicitó por su victoria en enero de ese mismo año. De inmediato, la Cancillería china por conducto de su canciller Wang Yii, hizo el reclamo formal ante Washington. Sin ser una respuesta, pero en ese marco, Trump insinuó que podría dar rompimiento a la política de una «China unificada» y establecer relaciones formales con Taiwán, si Pekín no hacía concesiones en comercio y otros rubros. Asumida la presidencia, Trump llamó a Xi Jinping para hacerle saber que mantendría la política de una “China unificada”, más sin embargo, la relación bilateral se a deteriorado al grado de ordenar el cierre mutuo de consulados, primero el chino en Houston (el más antiguo de esa nación en E.U.), para en contramedida, el estadounidense en Chengdu (capital de Sichuan); acusando ambas naciones de violar la Convención de Viena sobre servicios consulares, llevando la situación al borde de una nueva guerra fría, donde la isla de Taiwán es sólo un engrane más, en la estrategia de ambas súper potencias.
Mar del Sur de China, zona de alta tensión
A principios del mes de julio, la Armada de Estados Unidos anunció el envío de dos portaviones, el USS Nimitz y el USS Ronald Reagan; así como varios buques de guerra y bombarderos B-52 al mar de la China Meridional, para realizar ejercicios militares de carácter planeado, conjuntamente con Australia. China acusó al país norteamericano de tener “segundas intenciones” al realizar intencionadamente un despliegue militar para llevar a cabo maniobras a gran escala, justo cuando ellos se encuentran igualmente realizando ejercicios navales cerca de las disputadas Islas del Placel, no siendo habitual que ambos países realicen ejercicios militares al mismo tiempo en una misma región, que si bien en disputa desde décadas atrás con Filipinas, Vietnam, Taiwán, Malasia y Brunéi, pero estable; por lo que culpó a Washington de intentar crear conflictos y división entre las naciones vecinas de la región y militarizar el mar sur de China poniendo en riesgo la paz.
Por su parte, el Pentágono emitió un comunicado expresando su preocupación por la decisión de Pekín de llevar a cabo ejercicios militares alrededor de las aguas y territorios en disputa del 1 al 5 de julio, subrayando que sería contraproducente para los esfuerzos por aliviar las tensiones y mantener la estabilidad; además de violatorio a los compromisos firmados por China en el año 2002 en el marco de la Asociación de Naciones del Sureste Asiático (ASEAN por sus siglas en inglés), en el que se comprometían a evitar actividades que pudieran complicar o agravar los desacuerdos y amenazar la paz y la seguridad en esa región marítima.
La situación recientemente entró en otra fase cuando el Secretario de Estado de Estados Unidos, Mike Pompeo declaró “el mundo no permitirá que China trate al Mar del Sur de China, estratégicamente importante, como su imperio marítimo.” Hoy la mayor tensión de todos los conflictos analizados se centra en el mar de la China Meridional, en un frente a frente de las dos súper potencias que muestran su poderío militar, en una región muy volátil que cada vez esta más cerca del estallido de un conflicto armado a las fronteras de un dragón asiático que lucha por la supremacía mundial multipolar.