¿A poco no…? | Juan Ceballos Azpe | @licjuanceballos
¿A poco no es cierto que ‘lo que han hecho los filósofos es interpretar la historia y lo que hace falta es transformarla’, como dijo Karl Marx? En México siempre ha habido analistas que supieron interpretar la realidad económica, política y social del país en sus diversas etapas, pero nada se ha hecho para propiciar los cambios que logren los avances progresivos de una época a otra, como ha sucedido en la mayoría de las naciones del primer mundo. En otras palabras, como lo advirtió el escritor Gabriel Zaíd, los problemas de México han tenido mejores analistas que soluciones. La labor de equipo y el establecimiento de consensos han sido relegados por el autoritarismo de un individuo: del gran tlatoani azteca al virrey de la colonia, del dictador del siglo 19 al caudillo revolucionario y de éste, al omnímodo poder presidencial.
Por desgracia, la 4T no alienta la posibilidad de un nuevo régimen que privilegie el sentido común, la razón y la confianza en que sí es posible el consenso, el diálogo y el acuerdo en función de los intereses de la sociedad, por encima de los privilegios de reducidos grupos de poder, porque para ello, se requiere de unidad de objetivos, aún en la diversidad de criterios o posturas ideológicas, lo que en este gobierno se ve lejano, ante la creciente polarización alimentada cada mañana desde el púlpito presidencial. Cierto: sobran quienes interpreten la realidad, pero faltan quienes la transformen; del análisis y la reflexión de nuestra realidad política, económica y social se adquiere la capacidad de proponer soluciones a los múltiples problemas que enfrentamos como sociedad, que es el primer paso para poder transformarla.
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Y si todos los gobiernos han demostrado su incapacidad para lograrlo, depende de la participación ciudadana informada, analítica y crítica propiciar la nueva etapa de nuestra historia, en la que queden atrás el culto al individuo y la prevalencia de las decisiones unilaterales y autoritarias, para dar paso al trabajo de equipo, dejando atrás la confrontación y el divisionismo, conscientes de la gran pluralidad de grupos con tendencias ideológicas distintas que no han sabido establecer consensos para lograr la unidad nacional, así como de las enormes diferencias étnicas, económicas, políticas y sociales que existen en nuestro país, por lo que se requiere, hoy más que nunca, en este proceso de madurez cívica, unir nuestras convergencias y dirimir las divergencias en una labor conjunta hacia un proyecto de nación. Pasado el momento del análisis, principia el tiempo de actuar. ¿A poco no…? ¡Ánimo!