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Un guerrero nunca muere

¡Swing!, pinche Vuoso falló el penal contra Toluca. Otros dos fallaron, pero el de él fue el que nos mató. No, no mames, pinche torneo había sido poca madre: segundos en la tabla, mejor ataque, en los últimos diez partidos nada más cuatro pepinos nos habían ensartado.

Enrachadotes en la liguilla: sacamos a los Pumas y luego masacramos a Morelia. Teníamos el campeonato en la bolsa. Santos nuevo campeón del futbol mexicano. ¡Pero ese cabrón falla!… Hasta se me hace que la regó a propósito, neta. Pienso que se arregló con los Diablos, le han de haber pasado un pedazote de chorizo.

El partido fue en Toluca, pero la cosa en La Laguna se puso ruda. La gente no se puso triste: se encabronó. El torneo pasado los Guerreros perdieron la final contra Monterrey, no mames, ¡el Montegay!, aquí odiamos a los dos equipos regios… pero como quiera los Tigres qué, casi siempre andan jodidos. Si hiciera una lista de los equipos más aborrecidos por los laguneros sería la siguiente: uno, Monterrey. Dos, Tigres. Tres, nada más. Los demás no importan. A las Águilas ya ni las menciono porque esas son odiadas por default en todo México. Los Guerreros perdieron contra Rayados, eso no se hace, menos en una final y con un marcador tan humillante. Y ahora pierden otra final que ya tenían en el bolsillo. Bisubcampeones.

La última vez que Santos fue campeón se impuso ante el Cruz Azul, las calles eran alegría en toda La Laguna. Toda la gente salió a festejar. Un desmadre. Mucho ausentismo al día siguiente en trabajos y escuelas y toda una semana de jolgorio. Hasta hubo dos muertos, creo fue un atropellado y otro por congestión alcohólica. Y la final pasada que perdimos, todas las calles solas, toda la gente desconsolada. También hubo ausentismo. Y también hubo muertos: tres ahorcados, dos que se pegaron un tiro y una chamaca que falló en su intento de suicidio: la morrilla se atascó una caja completita de aspirinas, llegó a urgencias con espuma en la boca y dolores estomacales, cuando sus padres le preguntaron por qué lo había hecho, ella nomás decía, Por el Santos, por el Santos.

Si algo tenemos los laguneros es que somos aficionados recalcitrantes. Mal pedo. ¿Y qué más se puede ser sino santista?, ya no hay nada que nos identifique, ¿o qué quieren que uno diga, La Laguna, zona de decapitados?

El bisubcampeonato hizo que la gente saliera a la calle mentando madres, emputecida. No faltó el que golpeó a la esposa, la madre que cacheteó a los hijos… Los hijos que patalearon a los abuelos. Pasó de todo, de veras, de todo. Incluso hace poco supimos de una viejita que salió de su casa con una botella llena de gasolina y se la echó encima a su nieto que estaba de visita y traía puesta la camisa del Monterrey. La abuelita trató de quitársela para quemarla. No pudo, se desesperó y le vació la gasolina a la camisa con todo y nieto, y después le aventó un cerillo. Unos dicen que el chavo se murió quemado, otros que se alcanzó a quitar la garra esa, pero en lo que todos concuerdan, es en que el nieto gritaba, No mames, abuelita, estás pinche loca, ¡a mí ni me gusta el fut, a mí ni me gusta el fut!

Acaba de salir en Internet dizque una entrevista a la viejita quemarregios, ¿ya la viste?, le preguntan que por qué había hecho eso y la señora dice, Es que antes del partido, mijito me había molestado mucho, me decía, «ni veas ese juego, ni van a ganar, van a ser subcampeones, son el nuevo Cruz Azul», y se reía y se reía, y pos me enojé. Pero en la entrevista esa nomás no dice si se murió o no el nieto.

A mí se me hace que nos pasaron la maldición del subcampeonísimo. No por nada la última vez que fuimos campeones fue contra los Cementeros. No por nada tiempo después de dirigir a la máquina llegó al equipo Romano, y precisamente con él al frente nos han derrotado en las dos finales seguidas. Sí, a huevo, nos salaron.

Era la locura, de veras, ni cuando fuimos campeones por primera vez en el 96 se puso tan loco. Toda la gente en la calle, todos con pisto, todos santistas. El 066 estaba saturado, no contestaban, y cuando por fin entraba tu llamada nomás te ponían una musiquita, y eso como que emputó a la gente que quería denunciar algo o pedir ayuda. Por toda la ciudad veías güeyes sin playera pintados de la cara con los colores del Santos, todos corriendo como idiotas y cantando porras. El Duro, Santos, duro. Duro, Santos, duro, se transformó en, Pinche Santos, puto. Pinche Santos, puto, con la misma tonadita y todo.

En los bares en donde pasaron el juego la gente se iba sin pagar. Nomás uno que otro intercambio de palabras con los dependientes que ni podían hacer nada, porque si protestaban todos los demás clientes se les echaban encima. Dicen que a un mesero de Las Alitas que la quiso hacer de pedo casi lo linchan. Imagínate cómo estaba de cabrona la cosa. Y como los meseros y los cocineros y todos veían que no podían hacer nada, mejor también se unían al desmadre.

Swing, torció la pata y el balón pa´ fuera, como jugador de golf con bastón chueco. Pinche Vuoso, pasó de ser el chinguetas del equipo a ser uno de los más odiados de La Comarca, todo se echó a perder por su pendejismo. Y estoy seguro que si algún día regresa a La Laguna, no se va vivo. El güey no se metió nada más con los santistas, se metió con todos los laguneros. Porque de veras, eso de ser bisubcampeón duele.

Y como te digo, toda la ciudad era un desmadre: carros volteados, negocios saqueados; a todos los Oxxos los dejaron en cueros. En la Alameda pasó algo medio mamón, había un chingo de chavos gritando y brincando, y si los Oxxos fueron víctimas de todos los laguneros, imagínate cómo dejaron a los carritos de elotes y a las señoras de los churros. Y ahí fue cuando la policía se quiso meter, aventaron gases lacrimógenos y madrearon a uno que otro revoltoso, pero la gente ya estaba muy prendida. Les tiraron piedras y los acorralaron en sus patrullas. Los polis volvieron a gasearlos y pidieron refuerzos. Pero quién sabe de dónde chingados seguía saliendo tanta gente. Se les acabó el gas y los refuerzos nomás no llegaron, un compa mío que es poli me dijo unos días después que cuando iban llegando los refuerzos mejor ni se arrimaron, que había un chingo de gente y que no les pagaban tan bien como para ir a meterse a los chingadazos, y que además ellos también estaban emputados por el partido. Total, los polis huyeron como pudieron, el resultado: tres patrullas incendiadas, cuarenta y cinco descalabrados, y todos los polis que les tocó estar ahí, madreadísimos. Desde ese enfrentamiento la ciudad se quedó sin vigilancia hasta el día siguiente, cuando llegaron federales y sorchos. Pero la gente ya andaba tranquila, no había nada qué hacer.

La peor parte, la que nos chingó, se la llevó el nuevo estadio. Ese pinche recinto que nos quitó la identidad, que nos quitó el peso de locales. Desde que fue la balacera afuera del TSM debimos tomarlo como un mal augurio, un presagio de todas las chingaderas que íbamos a sufrir como aficionados. Es más, desde el mismo nombre del estadio las cosas no pintaban bien, Territorio Santos Modelo, TSM, Todos Son Maricas, como nos dicen los pinches regios, y cómo no nos iban a decir así, si el maricón ese de Ricky Martin fue el que cantó en la inauguración. «La casa del dolor ajeno», ¿en serio?, si el dolor está en casa.

Pinche estadio, está bien lejos de todo, están bien caros los boletos, y para colmo, puros pinches fresas que no apoyan al equipo y se van a parar ahí nomás a tomarse fotos, valiéndoles madre lo demás, son los que asisten a todos los juegos. Ni sienten los colores ni sienten la pasión como nosotros.

La cosa es que ese día la directiva convocó a la gente a ver el partido de la final en el estacionamiento del estadio, pusieron pantallotas, un templete con las viejotas de las guerreritas bailando, cheve a veinte pesos… La idea era que acabando el partido, cuando el equipo se coronara campeón y se agenciara la cuarta estrella en el escudo, la gente se quedara ahí para celebrar y pasar un momento inolvidable. Hubo mucha convocatoria a pesar de ser domingo a medio día y en un lugar en medio de la nada.

Swing, Toluca campeón. Y las porras santistas empezaron el desmadre en el estadio. No sabes cuánta ira y frustración tienen esos mugrosos. Rayaron las paredes, luego apedrearon las pantallas y uno que otro calenturiento hasta trató de violar a las guerreritas. Unos cuantos lograron meterse al estadio, y desde adentro madrearon las puertas y toda la gente entró a la gradería y comenzó a romper butacas. Otros entraron a la cancha y se mearon en el pasto, destruyeron las porterías y arrancaron la publicidad. Otros llegaron a los palcos, rompieron ventanas y aventaron todo el mobiliario a la cancha.

Tiraron las luminarias con cuerdas que amarraron a camionetas y quién sabe de dónde salió una retroexcavadora con la que tumbaron todas las rejas del estacionamiento. Te digo, los de seguridad ni se metieron por miedo a que los mataran. Alguien se apoderó del equipo de sonido local y empezó a gritar: ¡Vamos a quemarlo, vamos a quemarlo!, y la gente se alborotó más. Comenzaron a aparecer llamaradas a lo largo del inmueble. Nadie supo quién empezó, nadie supo cómo es que nadie salió herido, y tampoco nadie supo cómo fue que en tan poco tiempo ardió por completo el estadio.

Swing, y todo valió madre. El TSM, el estadio más moderno de México y de Latinoamérica, se vino abajo entre cenizas y escombros y frustración. Los bomberos no llegaron pronto, como te digo, el estadio está hasta la chingada y la ciudad era un desmadre. Cuando llegaron ya nada se pudo hacer. Era imposible controlar a la gente.

Los laguneros de Durango también hicieron lo suyo: quemaron la Soriana Hamburgo en Gómez y saquearon las Nieves Chepo en Lerdo. Lo que calmó a la gente fue el terregal que se vino encima por toda La Comarca. Nomás así nos aplacamos, las tolvaneras estaban tan cabronas que causaron más caos en la ciudad que se llenó todavía de más polvo. Se cayeron espectaculares y se pandearon muchos árboles. Y pues todos regresamos a las casas, entre satisfechos y tristes, pero nomás pregúntale a alguien lo que piensa al respecto y todos te dirán, Estuvo chingón.

Y pues ya ves, somos nota a nivel mundial desde hace dos semanas. Todo el país nos tacha de salvajes, todo el mundo reprueba nuestro comportamiento y hasta la FIFA quiere sancionar a México, que no dejarlo ir al Mundial y no sé qué, nomás porque el TSM era sede de unos partidillos del mundial sub 17. Y como sabes, la Federación Mexicana de Futbol descendió al equipo a la segunda. La directiva seguía con el culo en la mano y decidieron vender al equipo. Así sin más, ya no somos Guerreros. Al equipo lo compraron en Veracruz y adiós futbol profesional en La Laguna, quizá hasta siempre, porque veo bien cabrón que alguien más quiera tener plaza aquí, además ya ni tenemos el viejo estadio, ahí donde sí éramos chingones. Creo que nunca más volveremos a ser campeones… pero tampoco bisubcampeones, a huevo. Y como dice la canción: Tres ciudades dos estados, en un sólo corazón. Cabrón, nunca me he sentido más lagunero que ese día.

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