¿A poco no…? | Juan Ceballos Azpe | @licjuanceballos
¿A poco no debería preocupar y, sobre todo ocupar a todos, el ancestral problema del machismo? Hace 40 años, en 1981, un grupo de feministas latinoamericanas reunidas en Colombia acordó que el 25 de noviembre de cada año se conmemorara en todo el planeta el Día Mundial Contra la Violencia hacia la Mujer para concientizar a la humanidad acerca de este problema, y al mismo tiempo, ejecutar acciones para frenarlo. Un informe revelado en ese marco aseguraba entonces que “más de 1 millón de mujeres al año requieren de tratamiento médico urgente a causa de lesiones provocadas por la violencia intrafamiliar, que son la 3ª causa de mortalidad femenina después de la hipertensión y la diabetes, que también pueden ser provocadas por el estrés que viven”.
El maltrato tiene diferentes manifestaciones como son el hostigamiento sexual en los centros laborales, la violencia pública en las calles, la inequidad en la distribución de recursos y la falta de oportunidades. En otras palabras, la violencia contra las mujeres va más allá del poder de los hombres sobre los cuerpos de ellas, como se creía anteriormente. Si el problema de la agresión física hacia la mujer es grave a nivel nacional, en La Laguna adquiere dimensiones mayores, pues en el país el 60% de las familias presentan casos de mujeres golpeadas, pero en la región, la cifra se eleva al 85%, de acuerdo con estadísticas del Centro Sí Mujer.
Por otra parte, según la Comisión de las Naciones Unidas sobre los Derechos Humanos, la violencia doméstica, produce daños físicos, psicológicos, económicos y sociales. La susceptibilidad de la mujer a la violencia, se refuerza en gran medida debido a su condición de dependencia económica, aunada a la tradición machista de una sociedad que acepta la agresión como algo natural, así como a la impunidad que existe en la mayoría de los casos, debido a las deficiencias y corruptelas en materia de procuración e impartición de justicia.
Urge una mayor interacción de organismos no gubernamentales, universidades, dependencias oficiales y organizaciones de asistencia social y salud, que trabajen de manera constante para combatir la violencia contra las mujeres. Además, hace falta el desarrollo de investigaciones que analicen las causas del fenómeno y sus características, la difusión de redes de apoyo para las mujeres que sufren de agresión y tantas otras posibilidades que se pueden realizar con imaginación, voluntad y deseo de acción.
Digna de mencionar es la iniciativa presentada en el Congreso de Coahuila, la semana pasada, que se pretende adherir a la Constitución, de que no accedan a ninguna función pública o responsabilidad en el ámbito Legislativo, Ejecutivo o Judicial, las personas que tengan antecedentes, denuncias y/o sentencias, como deudores de pensión alimenticia, acosadores o agresores de razones de género, los que incurran en delitos de violencia familiar y los agresores sexuales.
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El proceso de transformación que vive la sociedad y los adelantos científicos y tecnológicos que forman parte de la evolución humana nunca alcanzarán la plenitud, en tanto permanezcamos indiferentes e incapaces de emprender acciones concretas y efectivas que ayuden a combatir este problema y reducir a su mínima expresión el número de víctimas de la violencia machista, un mal de siglos. ¿A poco no…? ¡Ánimo!