Había sufrido mal de amores,
ya conocía las desilusiones.
Pero yo estaba bien.
Había llorado algunas veces,
probado los besos avinagrados.
Pero yo estaba bien.
Estaba tan bien,
como puede estar una mujer enamorada,
que tropieza una que otra vez
¡maldita sea! Estaba bien hasta llegaste.
Estaba bien hasta que llegaste;
con esa necedad tuya
de quedarte en mi mente,
de querer ser tu quien me diera
las primeras veces de mi vida.
Estaba tan bien,
ahogando mis penas con tequila.
Ya ni el poético tinto que me tomo,
logró sanar tu recuerdo.
Yo estaba tan bien,
hasta que apareciste en mi vida.