Para la mayoría de la gente el problema
de las relaciones consiste en ser amado y no en amar.
E. Fromm
Vivimos en una sociedad en la que reina un deseo neurótico por lograr la acumulación de bienes materiales, estatus y la aprobación por la imagen. En este contexto el ser humano parece olvidarse de quién es en realidad, de su esencia. Las relaciones de pareja también parecen elegirse a veces en un plano de superficialidad, anteponiendo la elección de una persona que completará nuestro proyecto de vida y la visión de nuestra propia imagen a la persona que realmente tenemos enfrente y sus necesidades.
En el arte de amar el psicólogo Erich Fromm define a una persona “atractiva” como alguien que conjunta una serie de cualidades que son populares y por las cuales hay demanda en el mercado de la personalidad. Las personas podemos elegir entonces prácticamente por consigna, por una expectativa que puede no tener que ver con el otro.
¿Tenemos entonces la capacidad de ver ante la presión de nuestras necesidades? ¿Cómo podemos identificar cuando nos enamoramos de alguien que no existe o cuando se enamoran de un ideal de nosotros?
Mucho se ha hablado de la idealización amorosa en diversos artículos, y claro sabemos también que es parte natural del proceso del enamoramiento, pero qué hay detrás de ella. Podemos tratar por lo pronto dos aspectos, el social y el personal, en el primero, como ya se mencionaba anteriormente, pareciera que buscamos con el objetivo de completar una imagen de nosotros, imagen establecida en gran medida por estereotipos, presiones sociales y deseos universales, motivaciones compradas que muchas veces nos llevan a elegir con el ego antes que con el corazón, antes que con una visión de nuestra realidad.
Y es que en efecto la deformación de la realidad entonces no solo parte de la idealización amorosa, sino también de la idealización de estereotipos sociales, imágenes que llevamos a un plano íntimo, y que al paso del tiempo cuando la fase del enamoramiento comienza a desvanecerse, vemos diluidos el ideal personal y también el ideal social llevándonos un fuerte golpe de realidad.
También en el plano personal existen niveles de relacionalidad que tienen que ver con la elección del objeto amoroso, niveles que parten desde las estructuras psicóticas de personalidad; desafortunadamente un gran número de personas no son capaces de ver a la persona que tienen enfrente y reconocerla como un sujeto con necesidades, identidad y deseos independientes a los propios, en muchos casos solo se percibe al otro como un objeto, un objeto de nuestros deseos y necesidades, un objeto idealizado.
Triste realidad, pero reflexionar sobre este aspecto es un buen comienzo para la construcción de relaciones más realistas y productivas. Puedes reconocer que nada tiene que ver contigo un encuentro amoroso cuando el otro no escucha tus necesidades ni las investiga, habla mucho de sí mismo y escucha poco, trata de completar tus frases, incluso en ocasiones puede dirigir su mirada a otro lado cuando se refiere a ti, como una mirada hacia el jardín de su fantasía.
¿Cómo reconocerías cuando te enamoras sin ver al otro?
Psicólogo Miguel Ángel Centeno Campos
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