¿A poco no te causa escozor observar cómo le pasan de noche a la mayoría de los jóvenes algunas de las efemérides nacionales importantes? Así, por ejemplo, ayer, 19 de febrero, se celebró el Día del Ejército Mexicano, mañana miércoles 21 se conmemora al 97° Aniversario del Plan de Iguala, que sentó las bases de nuestra Independencia y el sábado 24 es el Día de la Bandera. Tres fechas esenciales de esta Patria nuestra, tan necesitada del amor de todos sus hijos. Un amor que se demuestre con hechos, no sólo con palabras; con acciones concretas y efectivas como estudiar y trabajar duro para salir adelante en todo lo que emprendamos; fijarnos una misión en la vida y cumplirla a costa de cualquier sacrificio, con la convicción de que vamos a ayudar a construir una mejor sociedad.
Estas tres efemérides son dignas de reflexión para valorar lo que tenemos y honrar estos símbolos de nuestra identidad y nuestra fortaleza como país: el Ejército, cuya lealtad a la nación y espíritu de servicio están fuera de toda duda; la Bandera, que es emblema de unidad y patriotismo, a la que debemos defender de los enemigos que están dentro de nosotros mismos: la apatía, la mediocridad, el conformismo, la desidia, la corrupción y el malinchismo, entre otras lacras; y la Independencia, que representa el fin del yugo español y recuerda el valor inapreciable de la libertad.
Desde hace 11 años el Ejército vive una etapa difícil al desempeñar labores que no están plasmadas en la Constitución: la seguridad pública y el combate a la delincuencia, pero lo hacen ante la inoperancia de las autoridades civiles. De ahí las críticas a las declaraciones de AMLO en contra de los jefes militares que, dijo, “son incapaces y no sirven”, al tiempo que se le cuestionó el señalar a los soldados como violadores de derechos humanos, porque las fallas de algunos no se deben atribuir a la institución en su conjunto.
En el caso de la Bandera, resulta lamentable que las nuevas generaciones no le den el valor ni el respeto que este símbolo patrio merece. Hay niños y jóvenes que no entienden por qué se tiene que venerar un pedazo de tela tricolor con el escudo del águila y la serpiente al centro. El civismo ha quedado en la obsolescencia y el patriotismo, para quienes nacieron a finales del siglo pasado y en el actual, parece ser un anacronismo sin utilidad alguna. Un craso error que se debe enmendar desde el hogar y la escuela, porque, de no hacerlo, seguirá la pérdida de la identidad nacional.
Y en el caso de la Independencia, hay quienes consideran que ésta es inexistente, porque México es dependiente económica, política y culturalmente de los Estados Unidos. Son más los mexicanos que aspiran al American Way of Life que a conocer las raíces autóctonas de nuestra historia. Los niños conocen más a personajes de las series animadas norteamericanas que a los personajes de la Independencia, la Reforma y la Revolución. De ahí la importancia de volver a identificarnos como nación y rescatar nuestros valores patrios.
Como mexicanos tenemos la responsabilidad de permanecer vigilantes para que el Ejército siga siendo la institución más confiable y creíble del país.; de rescatar el simbolismo que encierra nuestra Bandera, enseñando a nuestros hijos a honrarla; y de apreciar el significado de nuestra Independencia para conservarla e impedir que se atente contra nuestra libertad como nación. Las tres efemérides que en esta ocasión recordamos, deben llevar un solo objetivo: reconocer el valor de lo que éstas representan, para que nos lleven a amar aún más a este México nuestro. ¿A poco no…?