Alguna vez me pregunté si alguien había probado realmente la libertad, pero me di cuenta que mi pregunta era en base a lo que yo concebía como libertad, así que se prestaba para que mi respuesta fuera tan relativa como mi duda. Si la libertad fuera entonces relativa, debería serlo sólo en cierto grado, porque es un concepto que podría compartir un patrón dentro de todas las percepciones existentes de la idea de “libertad”. En ese caso, ¿cuál es el patrón que determina lo que se entiende universalmente por libertad? ¿A caso son los límites de la libertad de otro, o son los límites de la coacción de uno sobre otro?
La libertad hasta cierto punto la encuentro inexistente, debería ser un tema de autonomía y heteronomía, tal vez un equilibrio entre ambas podría prestarse a sentir una “verdadera libertad”, o como en algún momento lo definió Aristóteles, el areté, que se entendía como ese punto en el que los actos que realizaba el sujeto estaban en sintonía con los actos aceptados como virtud por la comunidad.
La libertad es un término exigente, es una palabra y más que eso es una idea que no estará satisfecha una vez obtenido su fin, la libertad es la libertad, y por lo tanto, si llegó a un punto puede llegar a otro e ir expandiendo su territorio. Pero aquí entra otra cuestión dentro de los que practican los principios morales: el libertinaje, que lo llamamos desenfreno, libertad en exceso, y entonces cabría preguntarse ¿la libertad realmente tiene excesos o sólo es naturalmente ambiciosa? En cierto modo podrían tomarse como ciertas las dos acepciones, la libertad se podría ver como cualquier otro vicio que tiene excesos, y por lo tanto, existiría la total posibilidad de que ésta también es ambiciosa.
Bien se sabe que la libertad de uno llega hasta que topa con la libertad de otro, pero en nuestra realidad es evidente que las libertades de unos significan coartar las libertades de los otros, que en nuestro caso, los otros son mayoría. Entonces, siguiendo en la misma línea, ¿siempre ha sido así?, es decir, ¿siempre las libertades de uno le cuestan a otro? ¿Desde cuándo comenzó a ser así? Creo, y me atrevo a pensar, que la coacción de la libertad de unos individuos se dio desde la existencia de la complejidad del crecimiento demográfico de una civilización, es decir, desde que las pequeñas sociedades empezaron a tener complicaciones en su organización por causas de reproducción de su tribu.
En última instancia me resta pensar que seguramente nos falta mucho para poder ser partícipes de una “verdadera libertad”, para lograr un grado considerable dentro de ésta, es necesario una capacidad de razonamiento, de entendimiento mayor, es la práctica y la costumbre dentro de una autonomía no desvalorizada. La libertad será la convivencia armoniosa de todas las libertades de todos los individuos, y seguramente esto último sea obligadamente utópico.