¿A poco no es la participación cívica la clave para contribuir a crear condiciones que consoliden la gobernabilidad democrática? Analistas observan dos dimensiones en la participación: como medio de socialización política y como forma de ampliar el campo de lo público hacia la esfera de la sociedad civil. Dos factores esenciales obligan a grupos a organizarse para exigir acciones y resultados: la crisis de representatividad del Legislativo y la crisis de eficiencia del Ejecutivo y Judicial.
Las manifestaciones a nivel nacional en protesta por la ineficiencia de las autoridades, los gasolinazos, la corrupción y la impunidad, son el ejemplo más reciente de indignación comunitaria, que han generado movilizaciones en todo el país; sin embargo, hay muchos ejemplos más de participación ciudadana organizada mediante asociaciones que exigen resultados a las autoridades, pero también proponen y ayudan.
A nivel nacional destacan los organismos cívicos fundados por Alejandro Martí, Javier Sicilia, María Elena Morera y Julián Lebarón, entre otros, quienes tuvieron que sufrir el dolor de la pérdida de seres queridos por la delincuencia, para organizarse en agrupaciones, cuya participación, rindió frutos, obligando al gobierno atender a sus demandas con acciones concretas que incluyeron recursos del erario y reformas legislativas para actualizar los códigos penales. El activista Julián Lebarón habló de la importancia de pasar de la apatía y la indolencia ciudadana a la empatía, que es la capacidad de percibir lo que otro individuo puede sentir.
A pregunta expresa si era necesario vivir la experiencia de una tragedia, para transitar de la apatía a la empatía, Lebarón aseguró que no, porque hay integrantes de esos organismos que no padecieron el dolor por el que atravesaron sus fundadores, y decidieron integrarse a ellos, a sabiendas de que, de no actuar hoy, tal vez mañana las siguientes víctimas fueran ellos o sus hijos. Es importante concientizar en la necesidad de despojarse de egoísmos que justifican la pasividad bajo la falsa premisa de que eso sólo les pasa a los demás y mientras no me pase a mí, no hay problema.
A nivel regional hay otros ejemplos de organizaciones cívicas, cuya participación ha movido conciencias y multiplicado adeptos: las que movilizan a miles de laguneros para limpiar terrenos baldíos, sembrar árboles y mejorar escuelas como Laguna Yo Te Quiero; las que registran la percepción ciudadana sobre el quehacer público mediante el Barómetro, como México Avanza; las que dan seguimiento a la incidencia delictiva, como el Consejo Cívico de Instituciones Laguna; las que promueven la participación electoral y vigilan los comicios, como Alianza Cívica; y las que exigen transparencia y rendición de cuentas, como Participación Ciudadana 29, entre otras.
La participación cívica se alimenta de la insatisfacción de las expectativas ciudadanas por parte de las autoridades. Cuando la clase gobernante no cumple su papel de solucionar los problemas de la sociedad, ésta debe participar activamente para corregir las deficiencias de quienes la representan e influyen en sus decisiones, para asegurar que tales decisiones obedezcan a sus expectativas. Así pues, la activa y comprometida participación ciudadana es esencial para dar el paso esencial de la apatía destructiva a la empatía constructiva. ¿A poco no…?