El día de hoy he experimentado nuevas emociones, mismas que surgen de la posibilidad de implementar nuevas estrategias para ciertos temas en la materia que imparto en este semestre en la Preparatoria Luzac. Por primera ocasión en mucho tiempo, esta disciplina se imparte en el primer semestre de bachillerato general. Cabe señalar que por más de una década la materia de Metodología de la Investigación se impartió en el último semestre de las escuelas preparatorias que pertenecen al Sistema Nacional de Bachillerato de la Secretaría de Educación Pública; por tal motivo, la exigencia y los contenidos en la impartición de esta disciplina, conllevaba a una cierta metodología que permitía cumplir con los objetivos de la misma.
Implementar nuevos caminos, nuevas estrategias, nuevas formas de evaluar, solamente desde el Programa de la Dirección General de Bachillerato, no es tan fácil, sobre todo si maestros y autoridades de cualquier preparatoria de este sistema, sólo tuvieron un mes para hacerlo.
No cabe duda que los mejores resultados en la impartición de una materia, son el resultado de la experiencia en el campo de la docencia, y aunque tengo muchos años desempeñándome como docente, debo admitir que este cambio tan improvisado nos puso en jaque a los maestros que impartimos esta clase de disciplinas, que van más allá de lo que el común de los maestros, directivos y alumnos piensan que son las materias de estudio. Menciono esto, ya que todo el contenido de Metodología de la Investigación es teórico-práctico, es decir: todos los alumnos deben al menos saber leer y escribir, pero no solamente de la forma en que los enseñan en las escuelas primarias y supuestamente ponen en práctica en los niveles primario y secundario. La verdad sobre saber leer y escribir radica en entender, comprender, reflexionar sobre lo que se está leyendo, y esta capacidad tal vez, sólo la tiene un diez por ciento de la población estudiantil que llega al bachillerato. Esto es sumamente peligroso si se quiere formar excelentes estudiantes, ya que todo lo que no han hecho por años, cuesta trabajo tanto para estudiantes, como para maestros, que lo logren en un semestre, o en los tres años de la preparatoria.
Por supuesto que esto es un reto para cualquier docente, más allá de cumplir con los objetivos de la materia en sí, debemos motivar y lograr que los alumnos se convenzan de que leer y escribir es importante para la vida, sobre todo en el caso de ellos, para su futura vida como profesionistas. Todo alumno que se incorpora al nivel medio superior debería saber que adquiere una responsabilidad, es labor de los maestros hacerles ver que esto es así. Lo ideal sería que siempre se contara con el apoyo de los padres; se sabe perfectamente que las exigencias económicas en muchas ocasiones los ponen en situaciones de no poder ayudar, orientar, o vigilar lo que los hijos hacen y mucho menos en relación a lo que hacen, o dejan de hacer como estudiantes; no les alcanza el tiempo; claro que esto sería muy fácil si todos aquellos que somos padres tratásemos de educar con el ejemplo; tal vez no sería necesario decirles a los hijos que lean, si ven a sus padres leer todos los días al menos por media hora, estoy segura de que los hijos los imitarían, al igual que los imitarían con todas las tareas propias del hogar.
Retomando el aspecto de la responsabilidad, cuando se piensa en estudiar la preparatoria, para posteriormente estudiar una carrera superior, deberíamos estar conscientes de que es en el proceso de formación donde se forjan los proyectos de vida, donde se elige lo que se quiere ser, en términos de profesión, y donde debe estar presente el por qué y el para qué estudio tal o cual disciplina. Tanto maestros, como padres de familia y alumnos deben estar conscientes de la necesidad de formación integral de toda persona, mucho más conscientes deben ser los que tienen el privilegio de saberse poseedores del mismo, no cualquier individuo tiene la posibilidad de formarse académicamente, entonces debemos entre todos saber que lo mínimo indispensable en cualquier pueblo del mundo, para salir adelante es saber leer y escribir, los pueblos analfabetos son los que menos progreso económico y social tienen, es por esto que saber leer y escribir correctamente, se debe a un ejercicio cotidiano, no sólo es un quehacer ocasional; el no ejercitar esta mínima educacional, caemos en un “analfabetismo funcional” que no nos permite salir adelante como individuos y como pueblo.
Todo lo anterior surge en mi mente, a partir de las experiencias vividas, no solamente con alumnos de sexto semestre de la preparatoria, me aterroriza no poder lograr el interés para que los nuevos alumnos, logren interesarse por la lecto-escritura, actividad que les servirá para sus estudios medios y superiores, al igual que les será de mucha utilidad para resto de su vida, como futuros padres de familia, o como futuros profesionistas.
¡HASTA LA PRÓXIMA!