A casi dos meses de la muerte del divo de Juárez, cuando la ola de fanatismo y amarillismo ha cesado, me doy la oportunidad de introducir este tema con un ícono del folclore mexicano y representante de diversas comunidades; desde la ama de casa que escucha “Hasta que te conocí” o “inocente pobre amiga”, pasando por la trabajadora sexual que canta a gritos el “noa noa” o “por qué me haces llorar”, el macho mexicano sumándose con “te sigo amando” o “se me olvidó otra vez”, llegando incluso a los grupos de vulnerabilidad social como los homosexuales o madres solteras, idolatrando sus obras e incluso a él mismo que es objeto de veneración mexicana, pues tal como lo dicen algunos artículos en internet y lo comenta la gente “… Ninguno como Juan Gabriel, El divo de Juárez”.
Lo que me lleva a dar esta introducción es visualizar lo que atrae al mexicano en general, desde el que se encuentra en condiciones de pobreza extrema hasta el empresario, desde la mujer hogareña hasta la profesionista, del heterosexual al transexual, del macho mexicano a la mujer subyugada llevados todos a que hagan un acto de contacto, de congruencia y de identidad con un tema musical del cantautor. Pareciera que no importara cuál fuera, se tenía por seguro que en algo impactaría al individuo de nuestro México; la pregunta que surge es: ¿por qué?, ¿Qué tuvo Juan Gabriel en su letra, su composición, su andar o proceder e incluso su mismidad para impactar al mexicano? La respuesta se encuentra en el punto en que la vida del cantautor y la de todo mexicano se entrecruza: el primer amor.
El primer amor nos da a todo ser humano la experiencia gratificante de estar en contacto con otro que puede brindarnos el mismo cuidado que damos a nosotros mismos, con la que ofrecemos la oportunidad de ser y afrontamos los riesgos que le atañen a nuestra mismidad cuando se siente en contraposición de un agente que en un primer momento es irreconocible. El primer amor nos da la libertad de expresar, de comunicar y empatizar, nos hace virtuosos y experimentamos a nivel biológico distintos estados de ánimo gracias al trabajo realizado por neurotransmisores como la dopamina, oxitocina y vasopresina.
Aquel primer amor incluso nos hizo romper las reglas, afrontar las repercusiones de ello y querer garantizar en primera instancia nuestro bienestar para después pensar en el otro. El primer amor al mismo tiempo nos enseñó el rastro de las heridas, aquellas que se sienten con saña, en las que es imposible no sentir cómo se quebranta alguna parte de nuestro ser, que nos deja con la idea de haberlo dado todo y habernos quedado sin nada. El primer amor nos enseñó el quebranto y el contacto redirigido a nosotros mismos al no visualizar objeto al cual depositarle afecto, es entonces que el primer amor nos hace caer al vacío de nosotros mismos, donde esperamos encontrar aquello que ya no se tiene. Porque es a partir del primer amor que entendemos el abandono, la huida, el rechazo o la indiferencia, no importa el concepto que éste sea, el resultado para todos se vivencia de la misma manera, esto es, el objeto que en un primer momento te dio, te abasteció, te cuidó y te amó… ya no está, al menos no como tú quisieras.
Señoras y señores, nuestro primer amor con características polarizadas, ambivalentes y con carácter ideatorio no pertenece a aquel primer enamoramiento de la adolescencia en el que sentimos dar todo por el todo, ni siquiera pertenece a la persona con la que podríamos sentir ese contacto en el presente… Señoras y señores, ese afecto donde se funde el placer y que puede ser conectado con el malestar pertenece a nuestro único y primer amor: mamá.
Mamá es el primer objeto con el que tenemos contacto al salir del vientre. Es la madre la responsable de nutrir al dar alimento amamantando al bebé, pero al mismo tiempo fundirse en una relación de amor y aceptación que con el paso del tiempo dará como resultado el vínculo. Es por ello que ahora la pregunta es: ¿Qué hay del vínculo de la madre del cantautor con él? ¿Qué habla del mexicano ese tipo de vínculo?
No es aislado del conocimiento del mexicano la historia que comprende la relación de Juan Gabriel y su madre, una madre que se rehusó a fungir como objeto materno y abandonó en múltiples ocasiones en lo físico y emocional al cantante. El afecto recreado se encuentra asociado al rechazo, indiferencia y por último el sentimiento de no ser suficiente para que mamá se quede y corresponda la necesidad de afecto del niño. En el caso del cantautor se habla de una hermana que se hizo cargo de él haciendo funciones de madre y padre, lo que no se habla es que ante este tipo de eventos y en determinadas circunstancias existe la necesidad de hacer todo con la ilusión de que mamá vuelva y no se aleje, valiéndose de todo tipo de atributos propios y no propios para intentar “ser suficiente”.
Sólo pensemos en la canción enigmática de nuestro “Divo de Juárez”, titulada “Amor eterno”, reflexionemos su letra y las emociones que provoca en el ser humano; reflexionemos sobre el sentimiento de pérdida y la súplica al objeto para que vuelva, para que esta vez sí se quede. Lo eterno al ser tan improbable y cuantificable e incluso inexplicable se convierte en fantasma.
Les dejo con estos cuestionamientos: ¿Qué de esas canciones que tanto nos gustan al menos de este cantautor hablan de algún suceso fallido con nuestra madre?, ¿Qué hay en estas letras que hablan de la necesidad de preservar el objeto materno o nuestro primer amor?, ¿Qué seguimos deseando del fantasma?